sábado, 30 de octubre de 2010

EL DOMINIO ROMANO EN TIERRAS DE JESÚS

Paso del Sr. de la Sentencia, Almería
     El poderío romano hizo irrupción en Siria y Palestina en el 65 a.C.; aun¬que ya se había hecho sentir en toda el área del Mediterráneo oriental desde que derrotó a Antioco III en el 190 a.C.

     Tras arrebatar a los descendientes de Mitrídates el imperio del Ponto y la rendición del reino de Armenia, Pompeyo se dispuso a liquidar el Estado seléuci¬da, que se hallaba en plena descomposición. Su legado en Siria supo del conflicto que había estallado en Judá y aprovechó para intervenir una oportunidad que le ofrecieron en bandeja, al solicitar su ayuda, los dos hermanos contendientes: Aris¬tóbulo, que se hallaba en apuros en Jerusalén e Hircano, de momento vencedor. El legado se decidió a apoyar a Aristóbulo y conminó al rey nabateo a que levan¬tase el asedio de Jerusalén. Cuando el propio Pompeyo vino a invernar en Siria, tuvo que hacer una nueva opción entre lo que solicitaban los delegados de Aristó¬bulo e Hircano, y luego cada uno de éstos en persona, y una delegación de círcu¬los fariseos que deseaban la desaparición de la monarquía hasmonea y que el sacer¬docio recuperase su posición anterior.

     Aristóbulo, huido de Roma, y su hijo Alejandro, fracasaron en intentos por desplazar a Hircano. Al comenzar la guerra civil entre César y Pompeyo, el pri¬mero quiso contar con ellos, pero fueron asesinados antes de poder actuar. Ven¬cido y muerto Pompeyo, Hircano y Antípatro lograron ganarse a tiempo el favor de César. Hircano, reconocido sumo sacerdote y etnarca, dispuso de mayor autonomía sobre un territorio ampliado, sobre el que ejercieron funciones de gobierno Antípatro y sus hijos (Fasael y Herodes). César concedió también grandes privilegios a todos los miembros de la comunidad religiosa de Jerusalén en la Diáspora del Mediterráneo oriental.

     Cuando Antípatro fue asesinado, por una conjura en la que intervino el mismo Hircano, la posición de sus hijos era ya demasiado fuerte. Herodes logró rechazar una primera invasión de Antígono, hijo superviviente de Aristó¬bulo. Sin embargo, Antígono logró ser instalado, por tres años, como soberano y surno sacerdote en Jerusalén, cuando los Partos invadieron las provincias orientales del Imperio romano. Le fueron entregados Fasael e Hircano. El pri¬mero se suicidó. El segundo fue desorejado (incapacitándolo para el sumo sacer¬docio) y llevado preso a Babilonia.

     Herodes, que había logrado huir, y que poseía, en medida poco corriente, la intuición política, comprendió que podía ser rey por el favor de los romanos, frente a Antígono, vasallo de los Partos.

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