sábado, 7 de junio de 2014

ESTA ES LA REPÚBLICA QUE DEFIENDE EL AGRICULTOR MANCHEGO CAYO LARA, COORDINADOR DE IU



Una República instaurada tras una victoria electoral monárquica
Se suele decir que la Segunda República se proclamó tras una victoria electoral republicana. Nada más lejos. En las Elecciones Municipales del 12 de abril de 1931, los republicanos obtuvieron 5.775 concejalías frente a las 22.150 conseguidas por los monárquicos. El número de concejales monárquicos casi cuadruplicaba al de concejales republicanos.

Sin embargo, el voto republicano se concentró en las ciudades, obteniendo la victoria en la mayor parte de las capitales de provincia, lo que sembró la euforia entre los partidarios de la caída de la monarquía y sembró el desánimo en la Corte de Alfonso XIII, que dos días después de los comicios partía hacia Cartagena y de allí hacia el exilio para evitar que un conflicto entre monárquicos y republicanos acabase en un baño de sangre: “quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil”, afirmaba el monarca en una carta publicada el 17 de abril por el diario Abc.
Una Constitución aprobada sin referéndum y sin voto femenino
La Constitución de la Segunda República fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 por las Cortes Constituyentes, elegidas el 28 de junio de ese año en unas elecciones en las que sólo pudieron votar los hombres (el voto femenino no fue aprobado hasta el 1 de octubre) y que dieron lugar a un parlamento con una insignificante presencia de la derecha. Para colmo de defectos, no se convocó ningún referéndum para aprobar esa Constitución. Las Cortes republicanas negaron al pueblo español su derecho a decidir sobre esa Carta Magna.
Dos diputadas socialistas en contra del voto femenino
En el otoño de 1931 se debatió la aprobación del voto femenino. En aquellas Cortes republicanas sólo había dos mujeres, que irónicamente no pudieron votar en las elecciones: Clara Campoamor, del Partido Radical, y Victoria Kent, del Partido Republicano Radical Socialista. La primera votó a favor del voto femenino, y la segunda en contra. En su discurso, Kent no dudó en basar su rechazo al voto femenino en una “cuestión de oportunidad para la República”, llegando a afirmar lo siguiente: “Si las mujeres españolas fueran todas obreras, si las mujeres españolas hubiesen atravesado ya un periodo universitario y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino.” Curiosamente, el mismo argumento se podría haber usado para rechazar el voto masculino…
El caso más esperpéntico de rechazo al voto femenino vino de Margarita Nelken, del PSOE, que resultó elegida diputada por Badajoz en las elecciones parciales celebradas el 4 de octubre de 1931. Nelken no dudó en mostrar su rechazo al voto femenino con estas palabras: “Poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario”. Hoy en día la web del PSOE presenta a Nelken como una pionera pero no menciona su voto en contra del sufragio femenino. Las mujeres votaron por primera vez en unas Elecciones Generales el 19 de noviembre de 1933, dando la victoria por mayoría a la derecha y evidenciando el motivo sectario por el que buena parte de la izquierda se negó a apoyar este derecho de las mujeres.
Censura de prensa y duras limitaciones a la libertad de expresión
El Artículo 34 de la Constitución de la Segunda República afirmaba: “Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, valiéndose de cualquier medio de difusión, sin sujetarse a previa censura.” Sin embargo, la Ley de Defensa de la República de 1931 convirtió en delitos ciertos ejercicios de la libertad de expresión y de información, por ejemplo:
“La difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público”
“Toda acción o expresión que redunde en menosprecio de las Instituciones u organismos del Estado”
“La apología del régimen monárquico o de las personas en que se pretenda vincular su representación, y el uso de emblemas, insignias o distintivos alusivos a uno u otras”
Con ello, se impedía a cualquier ciudadano, asociación o medio de comunicación ejercer la crítica al gobierno o al régimen, lo que proporcionaba a la Segunda República normas represivas propias de una dictadura. En la práctica, esta ley supuso la instauración de una férrea censura previa, que llenó los periódicos de diverso signo de espacios en blanco bajo el título de “visado por la censura”.
Censura en el cine a escenas “lujuriosas” de abejas y flores
Durante la Segunda República también se censuraban las películas. La censura suprimía escenas de desnudos, aquellas que tuviesen una cierta carga erótica e incluso cualquier mención a la prostitución o a los homosexuales, como señalan María Antonia Paz Rebollo y Julio Montero Díaz en “Las películas censuradas durante la Segunda República. Valores y temores de la sociedad republicana española (1931-1936)”. En dicho trabajo se recogen, además, casos de censura en “una escena que recogía la cópula de las abejas”, o “una escena de una yegua y un caballo y otra en la que se fecundan las flores”, pues “se consideró que presentaban una tendencia lujuriosa”.
Censura política e ideológica en las obras de teatro
Durante la Segunda República también existía censura previa en las obras de teatro, incluso en las infantiles. Como señaló Manuel L. Abellán: “Autores, empresarios o representantes de las compañías teatrales elevaban una instancia con anterioridad al estreno de la obra.” En su trabajo se indica como diversas obras fueron censuradas por motivos políticos e ideológicos, e incluso suprimiendo críticas al gobierno.
La Ley de Vagos y Maleantes, un invento de la Segunda República
Hay mucha gente que piensa que la tristemente famosa Ley de Vagos y Maleantes fue un invento del franquismo, pero la realidad es que fue promulgada el 4 de agosto de 1933, durante la Segunda República, y fue un proyecto del gobierno izquierdista de Manuel Azaña. La versión original de la ley declaraba “en estado peligroso” a diversos individuos entre los que contaban los “vagos habituales”, los “ebrios”, “los que ocultaren su verdadero nombre” o incluso los que no justificasen la posesión del dinero que se hallase en su poder. Los castigos iban desde multas al internamiento, pasando por la pérdida del dinero y demás posesiones.
Un escudo monárquico para una bandera que no usó la Primera República
A diferencia de lo que muchos piensan, la bandera tricolor de la Segunda República no fue utilizada durante la Primera República (1873-1874), régimen que usó la bandera bicolor que había establecido Carlos III como bandera nacional en 1785. La Segunda República cambió el diseño de la bandera, pero irónicamente mantuvo el escudo con los cuarteles que representan a los reinos de Castilla, León, Navarra, Aragón y Granada, cuya unión ha simbolizado siempre el Reino de España. La Segunda República también mantuvo las Columnas de Hércules con la cinta luciendo el lema “Plus Ultra”, incorporado por Carlos V para simbolizar su Imperio. Simplemente, se suprimió el escusón con las flores de lis que representaban a la dinastía borbónica, y se sustituyó la corona real por una corona mural, elección muy inadecuada pues dicha corona se usaba tradicionalmente en diversos países -mayoritariamente monarquías- para timbrar los escudos de los municipios, y no de una nación.
Una Constitución que lesionaba la libertad religiosa
La Constitución de la Segunda República, en su Artículo 26, establecía la disolución de las órdenes religiosas que estableciesen un voto de “especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado”. Se proscribía así a las órdenes que hacían voto de obediencia al Papa. A comienzos de 1932, esa norma dictatorial se utilizó para disolver la Compañía de Jesús, nacionalizar sus bienes e iniciar una auténtica persecución contra sus miembros.
La Constitución de 1931 establecía, además, la disolución de todas las órdenes religiosas que “constituyan un peligro para la seguridad del Estado”. Con una afirmación así se abría la puerta a que cualquier gobierno se cargase toda orden que no complaciese los caprichos del poder. Además, dicha Constitución prohibió a las órdenes religiosas dedicarse a la enseñanza, una labor a la que los religiosos había dedicado enormes esfuerzos y que había permitido educarse a numerosas personas de las clases más humildes. Se trataba de un atropello en toda regla que violaba el derecho a la libertad de educación. Pero las medidas anticatólicas de esa Constitución no acababan ahí.
El Artículo 27 proscribió los cementerios religiosos, ya fueran católicos, judíos, protestantes, etc. Dicho Artículo también establecía lo siguiente: “Las manifestaciones públicas del culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno.” Se sometía así a la voluntad del poder el ejercicio de la libertad religiosa, suprimiéndola de facto.
Una República sin libertad de educación
El Artículo 48 de la Constitución de la Segunda República afirmaba: “La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana.” Como ya he señalado, se prohibía a las órdenes religiosas dedicarse a la educación. Al declarar la enseñanza laica se excluía a la religión del sistema educativo, algo que hoy en día violaría el Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El citado Artículo 48 de la Constitución de 1931 se limitaba a afirmar: “Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos.” Es decir, que la República reconocía a la Iglesia el derecho a enseñar su religión en sus parroquias, conventos o monasterios… pero incluso así esa enseñanza estaría sometida al control del Estado.
Significativamente, y en línea con las tesis de las logias masónicas -un poderoso y socialmente muy minoritario grupo de presión, pero al que pertenecían nada menos que 151 de los 470 diputados de las Cortes Constituyentes-, ese Artículo 48 reconocía la “libertad de cátedra” -es decir, que los profesores podían imponer sus opiniones y tesis ideológicas a sus alumnos- pero omitía toda mención al derecho de los padres a decidir la educación que deseaban para sus hijos, derecho históricamente denostado por la izquierda pero que hoy recoge el Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Cuando la derecha ganó las elecciones y no la dejaron gobernar
La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil-Robles, gana las Elecciones Generales del 19 de noviembre de 1933 -las primeras elecciones de la historia de España en las que votan las mujeres-, obteniendo 115 diputados. La segunda formación más votada, el Partido Radical, obtiene 102, y la tercera, el PSOE, se queda con 59. A pesar de los resultados, la izquierda amenaza con una insurrección si la CEDA forma gobierno. La izquierda más extremista ni siquiera espera a que ocurra tal cosa: los anarquistas de la CNT inician el 8 de diciembre de 1933 un levantamiento golpista disfrazado de huelga general, que se salda con 89 muertos y 163 heridos, atentados con explosivos, destrucción de archivos, quema de iglesias y atentados contra vías férreas, puentes, líneas telegráficas y telefónicas. El acto más grave de esa intentona golpista es el descarrilamiento del tren rápido Barcelona-Sevilla en Punzol (Valencia), un atentado terrorista que mata a 23 pasajeros y deja 38 heridos.
El 18 de diciembre el Presidente de la República, Alcalá Zamora, ignora los resultados electorales y encomienda la formación de un nuevo gobierno a Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical, el segundo más votado. La CEDA se pliega a las amenazas de la izquierda y decide apoyar el gobierno de Lerroux. Sin embargo, en el otoño de 1934 la CEDA exige a Lerroux que le permita participar en el gobierno. Alcalá Zamora lo acepta y el 4 de octubre entran tres ministros de la CEDA en el ejecutivo de Lerroux. Al día siguiente, el PSOE pone en marcha una nueva intentona golpista bajo el disfraz de una huelga general. En Madrid miembros armados del sindicato del PSOE, la UGT, intentan asaltar -sin éxito- los edificios de la Presidencia del Gobierno y del Ministerio de la Gobernación. En diversas zonas de España la intentona golpista se traduce en una semana de violencia, lo que obliga al gobierno a hacer intervenir al Ejército. El golpe se salda con más de un millar de muertos, entre ellos 35 sacerdotes asesinados por los golpistas. Se trata del levantamiento armado más grave sufrido por la Segunda República antes del 17 de julio de 1936.
La actitud golpista del PSOE durante la Segunda República
La sangrienta experiencia revolucionaria de octubre de 1934 no es un caso aislado en la actitud del PSOE hacia la Segunda República. Basta con repasar los incendiarios discursos de Francisco Largo Caballero, secretario general de la UGT hasta 1938 y presidente del PSOE entre 1932 y 1935. Ya el 23 de noviembre de 1931, cuando ocupaba el cargo de Ministro de Economía y ante la posibilidad de que se disolviese el gobierno por falta de apoyos parlamentarios, Largo Caballero advirtió: “No puedo aceptar la posibilidad, que sería un reto al partido, y que nos obligaría a ir a una guerra civil“. En febrero de 1933 vuelve a repetir su amenaza: “Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución… tendremos que conquistarlo de otra manera”. En agosto evidencia en otro acto del PSOE lo que opina de la República: “Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista“.
En plena campaña para las Elecciones del 19 de noviembre de 1933, Largo Caballero vuelve a mostrar su peculiar talante: “El jefe de Acción Popular decía en un discurso a los católicos que los socialistas admitimos la democracia cuando nos conviene, pero cuando no nos conviene tomamos por el camino más corto. Pues bien, yo tengo que decir con franqueza que es verdad. Si la legalidad no nos sirve, si impide nuestro avance, daremos de lado la democracia burguesa e iremos a la conquista del Poder“. El 5 de octubre de 1934, como acabamos de ver, cumplió con creces su amenaza, cuatro días después de afirmar en un mitin en Madrid lo siguiente: “Nuestro partido, es ideológicamente, tácticamente, un partido revolucionario… cree que debe desaparecer este régimen“.
Tras esa intentona golpista, Largo Caballero es detenido. El 1 de diciembre de 1935 es puesto en libertad. De cara a las Elecciones Generales de febrero de 1936, el presidente del PSOE continúa con sus soflamas golpistas. El 19 de enero de 1936 afirma en un mitin en Alicante: “si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la guerra civil declarada”. Al día siguiente, en otro mitin socialista en Linares (Jaén), aclara todavía más su posición respecto de la República: “la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución“. El 10 de febrero, en el Cine Europa de Madrid, declara sin rodeos: “estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia”. En ese mismo mitin Largo Caballero deja claro lo que entiende por “nuestra democracia” con estas palabras: “Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos.”

jueves, 5 de junio de 2014

JULIO ANGUITA, EL ÚNICO QUE HABLA CON COHERENCIA EN LA FORMACIÓN DE IU

No me he cambiado de chaqueta, pero cuando alguien habla desde el sentido común, se debe de escuchar o leer con atención y tomarlo en cuenta, os invito a que leáis con la máxima atención dicha entrevista que le ha realizado el foro de opinión centro cívico, al Califa Rojo.
 

¿Qué lectura hace de la abdicación del rey?
Creo que esto es algo que ustedes -los medios de comunicación- ya habían tratado. Esto es muy viejo. En el año 1994 se llegó a hablar de una conjura republicana, y era muy curioso porque estaba protagonizada por algunos sectores monárquicos: pasó cuando el tema de Javier de la Rosa, cuando Manuel Prado y Colón de Carvajal, cuando Mario Conde [casos de corrupción]; cuando se intentaba que los primeros escándalos en torno al monarca pudieran salpicar a la institución. Usted sabe que aunque fue sólo la punta del iceberg, con el caso de los elefantes volvió a hablarse de que el rey pudiese abdicar, pero el problema es más de fondo y quiero enmarcarlo en una serie de ideas.
La primera es que nos encontramos con que el bipartidismo imperante, que ha ido sosteniendo la Transición como las dos columnas de este edificio, se ha visto afectado por ese terremoto del 25 de mayo. Que el bipartito baje de esa manera en votos y escaños es preocupante para ellos, sobre todo cuando es necesario que el bipartito se refuerce ante lo que va a venir. ¿Y qué es lo que va a venir o está viniendo? Que la Troika va a seguir exigiendo más sacrificios; más medidas, más rebajas salariales y más impuestos indirectos, por mucho que el presidente del Gobierno lo niegue. Les hace falta un fuerte bloque político que sostenga eso. No en vano, don Felipe González, que no da puntada sin hilo, acaba de recordar que es necesario reforzar el bipartito, y pone como ejemplo a Alemania. Por tanto, tenemos una necesidad de afrontar los problemas económicos, que no están ni muchísimo menos resueltos, en absoluto. Hace falta que algo reimpulse al bipartito, porque también se habla de cambiar la Constitución para introducir elementos, al aire de lo que pueda pasar en Catalunya.
Hay otro elemento que hace necesarias estas medidas; usted sabe que si se pone en marcha todo lo que hay, lo que conocemos como el caso Gürtel, con el nombre de los ERE y como el caso Nóos, excelentísimos señores y señoras van a terminar en la cárcel, así que aquí habrá que buscar la manera de llegar a una ley de punto y final de cambio de estampitas, para que esto no pueda ocurrir ¿Cuál es la salida? Está muy clara: entra un nuevo rey, es joven, en fin. Para eso están ya los medios de comunicación palatinos; empiezan a operarse unas reformas y se van introduciendo estos elementos que permiten, como el gato pardo, que todo cambie para que todo siga exactamente igual. Esta es la operación que se ha puesto en marcha con la abdicación del monarca.
¿Hay otros motivos más allá de los que menciona?
Hombre, si a usted le parece poco esto…
¿Quién está apoyando esta manera de actuar? ¿Estamos hablando del bipartidismo? ¿Sólo el PP?
Detrás del PP y del bipartidismo están los que realmente mandan en España, los poderes económicos: Banco Santander, Banco Bilbao Vizcaya  [BBVA], Gas Natural, los grandes empresarios. Todos estos son los que están detrás, preocupados ante la situación política, preocupados ante el hecho de que en las calles cada día hay un estallido. Preocupados ante el ascenso de determinadas fuerzas políticas: ahí está el tema de Izquierda Unida, ahí está el tema de Podemos. Ellos, que tienen la obligación de ver qué es lo que pueda pasar, tienen que buscar una solución que no se ha planteado hace 24 horas. En esto llevan ya muchos meses, por no decir años , lo que pasa es que ha llegado el momento de acelerarlo.
¿Por qué la cúpula del PSOE -que en teoría tiene un electorado más de izquierdas que el PP- está apoyando tan descaradamente a la monarquía?
Realmente, si usted recuerda todo lo que ha habido detrás de la Transición, paradójicamente, e igual que ocurrió en un momento en el propio Partido Comunista, la monarquía tenía mas apoyos en la izquierda que dentro de la derecha. El PSOE ha asumido un rol que ha venido muy bien a las castas dominantes, de tal manera que las grandes reformas económicas, cuando hubo que hacerlas, las hizo en el nombre de la izquierda Felipe González. La derecha no se hubiera atrevido, pero ahora sí lo hace, ya ha puesto en marcha todo eso. Aunque no se lo esperaba, González llegó al poder y se pulsaron los mecanismos económicos de la racionalidad, la modernidad y toda esa quincalla ideológica que acompaña siempre a las políticas conservadoras, es normal. Es más, el monarca se ha sentido más a gusto con Felipe González que con José María Aznar.
El PP y el PSOE están apuntalando la monarquía, otros partidos están pidiendo un referéndum o un proceso constituyente, empezar de cero. ¿Qué debería hacerse?
Yo soy de los que pidieron el referéndum en su tiempo, y ahora también, pero no me llamo a engaños. Llevo hablando de esto durante 15 años y he publicado un libro planteando el tema. Lo primero que tienen que hacer el pueblo español y las organizaciones republicanas es empezar a aclararse sobre qué clase de república quieren. Hasta ahora, el movimiento republicano -salvo honrosas excepciones- se ha limitado a conmemorar los acontecimientos de la II República. Pues muy bien, pero eso no vale. Hay que llegar a un acuerdo, a una conjunción; hay que sentarse a hablar de un proyecto republicano concreto para el siglo XXI, y eso todavía no lo veo. Dentro de un rato me voy a la concentración republicana en la plaza de las Tendillas [Córdoba], porque tengo que estar allí. Pero si se queda en eso, en agitar cuatro banderas sin plantear un proyecto, no habrá república. No creamos que con la abdicación del rey, por mucho que entre Felipe IV y se le critique, esto está acabado, no. En el peor de los casos, la oligarquía que manda en España traería una república, pero sería una república como usted puede entender. Creo que ya es hora de que el movimiento republicano se vaya dando cuenta de que tiene que llegar al acuerdo de qué república quiere, sin tener que mirar permanentemente atrás.
¿Cómo se explica que algo así coja por sorpresa a los movimientos?
Desde el año 2001 vengo planteando ese tema, y hablo desde la modestia. En abril del año pasado publiqué un libro llamado Conversaciones sobre la III República [editorial El Páramo] donde planteaba un modelo de república, de la Tercera. Hablaba sobre esto; la gente lo escucha, que bien que bien, pero al día siguiente vuelven a hablar de la II República, de la Guerra Civil. Lo digo con todo el dolor de mi corazón, y con las ganas que tengo de que en España haya república. Como quiero que haya república, hay que empezar a tomárselo en serio.
¿Cuáles serían los pasos a dar por los ciudadanos para acercarse a esta III República? ¿Tiene que partir necesariamente de los movimientos republicanos?
Los movimientos republicanos -asambleas, ateneos, partidos- tienen la enorme responsabilidad de empezar ya, que están tardando en hacerlo, a intentar conectar para crear una plataforma republicana que vaya colocando en lo alto un programa de III República, con medidas inmediatas y concretas para atajar los problemas que hay. Tiene que ir diseñando con un gran concurso de participación las ideas maestras de la futura Constitución Republicana.
¿Hasta que esto no se produzca no llegará la Tercera? ¿Entendemos que el bipartidismo conseguirá imponer como jefe de Estado al hijo no electo del rey?
Evidentemente. ¿Por qué Felipe González dijo que tenían que unirse? Para reforzar a la Corona, porque la Corona es la piedra del arco sobre el que se sustenta el dominio de la oligarquía en la Transición, y esos dos partidos han sido las columnas del proceso. Ante la situación a la que han llegado, y ante el horizonte que hay después de tanto escándalo, la operación está clarísima.
Por la Constitución.
Estoy seguro de que a Juan Carlos alguien le ha garantizado la inimputabilidad para cuando deje de ser rey. El poder le garantiza la inimputabilidad.
¿Volvemos a hablar de los poderes económicos?
Es que son los poderes, lo demás son tonterías. Hablamos del poder económico y del político, que se presta muy bien a hacer esa labor gregaria, claro.
El anuncio de la abdicación ha llevado a la inmediata convocatoria de manifestaciones y protestas. Aunque las plataformas republicanas que a su juicio tienen que organizar este proceso no estén listas, ¿están la mayoría o una parte importante de los ciudadanos pidiendo una III República? ¿Es lo que esperan?
Si ahora mismo me dirigiese a los republicanos diría: “Miren, compañeros, de acuerdo con la república. Vamos a trabajar en serio para traerla, vamos a discutir qué república queremos y vamos a dejarnos de tantas manifestaciones”. Vamos a dejar de agitar tanto las banderas y vamos a trabajar en sesiones, creando un poder republicano. Eso no se hace con banderas y manifestaciones; hay que hacerlas, obviamente, pero en base a eso no se hace la república.
La Casa Real recientemente ha llevado a cabo acciones como la apertura de una cuenta de Twitter, intentando renovarse para vender una mejor imagen. Ya que los españoles asumen que van a colocar a Felipe IV, ¿pueden perdonar las corinnas, las cacerías de elefantes y el resto de excesos?
Los españoles lo perdonamos todo. Mire usted, eso es cuestión de que los medios de comunicación larguen 15 días de Sissi Emperatriz, que la vamos a ver reponer estos días. Es cuestión de cuatro garambainas de estas, para que en seguida las infantitas y la futura reina pequeñita salgan en reportajes en esta revista y en la otra, se hable de lo apuesto que es el rey, etc. Esas garambainas están llevándose a la población española en un porcentaje muy alto.
Ya está pasando, basta mirar las portadas
Yo no lo estoy viendo porque francamente es estomagante, pero me lo imagino porque ya lo han hecho otras veces.
Si Juan Carlos se va y deja a Felipe IV, ¿gozará la infanta de protección en caso de que finalmente se demuestre que tiene responsabilidad en los casos Aaizon o Nóos?
Usted sabe lo que ha pasado con el caso Nóos y el Frente Cívico, cómo nos han expulsado los dos defensores de la infanta: el fiscal y la Audiencia de Palma de Mallorca. Nos han expulsado con la pretensión de que el sindicato Manos Limpias nos representase. No les ha gustado que nosotros nos personásemos. ¿Por qué? Porque ya es evidente, no íbamos a ninguna componenda, ninguna otra cosa, y ya está. En este momento se está tramando desde todas partes que la infanta no se siente en el banquillo, esto es de cajón.
Todo esto también ha influido en lo que el rey acaba de hacer. Tenga usted en cuenta que esto no es algo que el rey decidiese ayer, se viene fraguando desde hace tiempo, y tiene mucho que ver con lo que le he contado y con la intervención de Felipe González de hace una o dos semanas.

miércoles, 4 de junio de 2014

¿MONARQUÍA O REPÚBLICA?

(1) El Presidente de la República es una figura ideológica, de derechas o de izquierdas. En este sentido, el monarca es neutro, lo cual ayuda a la unidad y cohesión de un país en momentos en que la sociedad pueda estar dividida en posiciones ideológicas enfrentadas. A su vez, en tiempos de inestabilidad política, debido a su neutralidad, la institución monárquica no se verá afectada por las crisis de la derecha o la izquierda, o por las crisis de la política en general, mientras que no sucederá lo mismo con el Presidente de la República. El Rey es un mástil que permanece siempre firme, dando cohesión y estabilidad a un país.
(2) La persona que heredará la corona dedica todos sus años de educación a prepararse para ser rey. No sucede lo mismo con la persona que ocupa un puesto de Presidente de la República.
(3) El fin del Rey no es la conservación del puesto, sino sus funciones, pues su puesto está asegurado de por vida. En cambio, el puesto del Presidente de la República es elegido democráticamente, por lo que inevitablemente algunas de sus acciones se dirigirán a la conservación del puesto y a la reelección, y no a su más óptima ejercitación.
(4) Paradójicamente, aunque no estén elegidos de manera democrática, los Reyes suelen gozar de una aceptación más amplia entre la población que los Presidente de la República. Por lo que, si llegado el caso, el rey debiera hacer una petición de Estado, es de esperar que la respuesta ciudadana fuera más contundente que en el caso de que la petición fuera realizada por un Presidente de la República.
(5) El rey puede llegar a ser una figura de looby que consiga ventajas económicas para sus empresas nacionales en otros países monárquicos, papel que un Presidente de República no podría llegar a desempeñar.
B. Argumentos a favor de una República
(1) En una monarquía, la figura del rey está por encima de la ley. La institución monárquica suele gozar de una legislación “especial” que no se aplica a todos los ciudadanos. Por de pronto, nace con el derecho a ser rey, derecho del que carecen el resto de personas. De esta manera, la figura del rey viola la primera base de un Estado de Derecho, que es la igualdad de todos los individuos ante la ley. Y puesto que el Estado de Derecho es seguramente el mayor logro en política de la humanidad, su simple violación por parte de un sistema monárquico debería ser suficiente para preferir una sistema republicano.
(2) El rey no se somete a ningún control. En caso de cometer un error (el cual no tiene porque ser una actuación ilegal, sino un simple error profesional que en el mundo privado sería motivo de despido) no debe rendir cuentas a nadie. A ello hay que sumar, a su vez, la opacidad que presentan la mayoría de monarquías.
(3) En las monarquías actuales, los reyes no acumulan suficiente méritos que justifiquen su necesidad. Si su puesto es simbólico y no tiene ninguna influencia sobre la política ¿qué más da que el cargo sea ocupado por una persona electa democráticamente?
(4) El heredero de un rey puede resultar profesionalmente flojo, aun con todos sus años de preparación. Si ese es el caso, no hay manera de cambiarlo por alguien más capacitado hasta su muerte o su renuncia a favor del siguiente heredero. Por ello, la elección es preferible a la herencia.
(5) Una sociedad debería tener derecho a decidir todas y cada una de las realidades que le afectan de manera democrática.
C. El argumento del coste
Uno de los argumentos más usados en contra de la monarquía es el coste de mantenimiento. Veamos que dicen los datos al respecto.
Empecemos por el caso de España. En 2011, se presupuestaron 8,4 millones para los gastos de la familia real. A ello hay que sumar 5,9 millones para el “apoyo a la gestión administrativa de la Jefatura del Estado”. Esta cantidad adicional se utiliza para pagar los sueldos de los 137 empleados de la Casa Real. Los gastos totales, incluyendo la asignación oficial, ascienden a unos 25 millones de €, lo cual representa un coste aproximado anual por español de 0,53 €.
La comparativa con otras monarquías europeas es complicada, por la poca transparencia de los datos. Aún así, en los medios de comunicación pueden encontrarse los siguientes números.
La Casa Real Británica tiene una asignación de 40 millones de €. La casa real Holandesa tiene una partida de 39,6 millones de euros, seguida de Noruega, con 28 millones, Bélgica, con 13,7 y Dinamarca y Suecia con 12 millones de €.
Pasemos a las Repúblicas. Comparar con los costes del Presidente de la Republica Francesa sea seguramente erróneo, puesto que dicha institución asume muchas funciones ejecutivas que no suelen asumir las monarquías. Sin embargo, con ello en mente, la presidencia de la Republica Francesa cuesta a los galos 112 millones de € anuales. La República Italiana tiene una asignación de 228 millones. Esta última diremos que desde que tengo uso de razón, nunca estan deacuerdo Presidente de la República y Primer Ministro (lo que aqui llamamos presidente del gobierno). Con lo cual siempre tienen al pais sin con ducirlo adecuadamente. Cosa que en España sería igual, ya que somo latinos.

martes, 3 de junio de 2014

¿MANIFESTACION POR UN REFERENDUN? O ¿MANIFESTACION A FAVOR DE LA REPÚBLICA?, NO ME QUEDO CLARO

Ya están los carajotes de este país pidiendo un Referendum para votar la llegada de la República, que mas que pedir un referendún exigen la república. Cosa que no le interesa ni a IU, ya que si se instaura, en las próximas elecciones que es lo que van a vender.  A éstos cabe decirles lo siguiente: 1) Los países serios no se refundan cada generación, de modo que no, de ninguna manera; vivimos bien así. 2) ¿En qué tipo de República piensan cuando hablan de ella: presidencialista al estilo francés o norteamericano o República al estilo alemán o italiano? ¿Será una República excluyente pues estos carajotes la vinculan con los ámbitos de izquierda o será una República en la que todos tendrán un sitio y en la que unas veces veremos a un presidente del PSOE y en otras a uno del PP?; ¿será centralista o federal? Como vemos muchos interrogantes que nada aclaran porque la única idea clara que tienen -siempre pasa igual con los que dicen representar a las mayorías sociales- es la de destruir la base del mayor periodo de bienestar que ha vivido este país. Piensan estos partidos minoritarios que la república podría afianzar mas el bipartidismo hasta el punto de que desaparecieran, en las manifestaciones de ayer ondeaban la bandera roja con los símbolos comunistas, ¿es que quieren instaurar una república soviética?, ¡Se han dado cuenta que lo que piden es anticonstitucional?, ya que los cauces a seguir no entra un referendun, 3) Más cosas: ¿no estarán pensando, por casualidad, en la Segunda República para traer la tercera? Ningún español de bien hoy podría soportar el sectarismo, la exclusión, la violencia política y los asesinatos que ésta trajo consigo: más de 3.000 asesinados en 5 años de República. 4) Mucho menos en la Primera República, que acabó en la España de los cantones y el hundimiento sin fin, afianzando mas una guerra carlista y de terrorismo callejero que solucinó El Rey Alfonso XII. Este país, por mucho que los memos que en él viven insistan, no tiene en su trayectoria la República como modelo ideal, y no sólo no lo tiene sino que, además, las dos veces que lo ha intentado, las dos veces ha acabado como el Rosario de la Aurora. Y ahora sí, ya me pueden condenar, ya viene la condena: ¡está justificando el 18 de julio! NOOOOOO, pedazo de tonto, eso es injustificable: lo único que digo es que la clase política que protagonizó aquellas dos experiencias no estuvo a la altura. No dejamos que nos coman terreno éstos que piden la Tercera República, preguntémosle qué planes tienen, a qué se refieren y están pensando cuando hablan de República y comprobaremos cómo, en realidad, no tienen nada claro más que una cosa: para ellos República es igual a exclusión. ¡Viva España! ¡Viva Felipe VI!