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| Las tres carabelas |
Todo cambió, desde aquella mañana comenzó ha ser distinto , sin darnos cuenta la historia se iba escribiendo de una manera diferente, aunque a más de quinientos años, a todos nos parece normal, pero aquella sociedad que tenia a Dios como el centro del universo, que todo circulaba alrededor de Dios, y que la idea de Copérnico y de Galileo no la tenían muy clara por aquellos entonces. Cuándo el Cabo Finisterre, como su nombre bien indica era el final del mundo. Pueden empezar ustedes hacerse una idea, cuando en la última década del S. XV, aparece un señor apellidado Colón, que por aquel entonces nadie conocía, el cual iba diciendo que la tierra era redonda como una naranja y que se podía viajar por barco hasta la India. Como ustedes pensaran, no era muy lógico para aquellos años, aunque para nosotros si.
Pero no se queda ahí la cosa, si no que cuando vuelven viene hablando portentos de esas tierras que ellos creían por equivocación que era la India, hablaron de cosas maravillosas, lo trasladaban a las páginas del Génesis, cuando este hablaba del paraíso terrenal, para algunos e incluso ha habido crónicas que era pecaminoso ir a esas tierras o lo que es peor, que era cosa del diablo el navegar hasta allí. Todas estas conclusiones eran solo producto de la ignorancia y de su fanatismo por Dios, que les tenían inculcados en la cabeza, lo que no sabían que a partir del doce del octubre iba a marcar un antes y un después en la historia de la humanidad.
El Descubrimiento iba a originar el preámbulo al pistoletazo de salida para la inauguración del Renacimiento, etapa que iba a darle de nuevo al hombre la categoría que se merece, colocándolo en el centro del Universo, siendo para los intelectuales de aquella época la imagen del hombre era el principio y el fin. Atrás quedaba los años de superstición y chabacanería, lo que importaba era el hombre, el cual se había dado cuenta, que con el nuevo Descubrimiento de esas tierras, podía superar todo tipo de miedos que le atormentaban, a causa de las leyendas que les contaban sus abuelos y que todo aquello era sobretodo una quimera, relatos, fábulas así como supersticiones, que tan solo valían como respuestas rápidas a lo desconocido por el hombre.
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