jueves, 26 de agosto de 2010

ADOLESCENTE, PARA PREPARARSE A AMAR

Al salir de feria he podido observar el gran número de jóvenes y adolescentes que viven estas fiestas, llenos de júbilo y de animación, con las hormonas todas revueltas, deseándolo todo en el mismo tiempo, e ahí que algunos cometan alguna torpeza que le pueda constar la vida, o como mínimo dejarles secuelas para el resto de sus días.

Pero es que el hombre es grande en todas las fases de su desarrollo; pero de adolescente –en el momento en que todo su ser en eclosión reclama en la noche el perfeccionamiento del hogar- ¿no es especialmente interesante y vulnerable a la vez? Uno de los principales aspectos del drama de la adolescencia es esta hambre de amor que el joven no puede todavía satisfacer eficaz y razonablemente, cometiendo errores uno detrás de otro, solamente por no querer oír a sus mayores.

Esta necesidad es una llamada que impulsa a prepararse; esta época, el tiempo que se concede para aprender a amar. Hay que explicarlo aún a los jóvenes para iluminar su camino; y acaso también a los adultos, para ayudarles a guiar fraternalmente, en vez de juzgar con severidad a los jóvenes de hoy, para que así no comentan grandes caídas de las cuales se puedan arrepentir para toda su vida.

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