domingo, 8 de agosto de 2010

SANTO DOMINGO, HUMILDE Y ACTIVO

Si hay algo que me ha atraído de Santo Domingo de Guzmán es su humildad y por eso, desde el primer momento el canónigo Domingo comenzó a brillar por su santidad y ser modelo de todas las virtudes; el último siempre en reclamar honores, que aborrecía, y el primero para cuanto significaba humillaciones y trabajos. Su virtud atraía. Y, como de él se dijo en su vida de apostolado, nadie se acercaba a él que no se sintiese dulce y suavemente atraído hacia la virtud. Era entonces prior del Cabildo don Diego de Acevedo, sucesor del obispo don Martín a su muerte. A Domingo le eligieron sub-prior sus compañeros cuando le hicieron canónigo. En 1199 aparece también como sacristán del Cabildo, o, director del culto de la catedral. Estos dos cargos obligaron a Domingo a darse más de lleno al apostolado y ser modelo de perfección en todo.

A si como tener una vida más activa que contemplativa, y a diferencia de los antiguos monjes, que alternaban la oración con el trabajo manual, los canónigos regulares debían dedicarse más de lleno que a la vida contemplativa, al culto divino y a los sagrados ministerios; que para ellos eran especialmente dedicados. Domingo, pues, como sub-prior del Cabildo y como sacristán, tendría a su cargo la enseñanza de la religión, en la catedral y en otras iglesias que del Cabildo dependían; bautizar, confesar, dar la comunión, dirigir el culto, etc., todo ello junto con una vida de apartamiento del mundo y de pobreza voluntaria, teniéndolo todo en común a imitación de los apóstoles.

Y es por eso y otras cosas más por lo que sigo sintiendo mi gran devoción a Santo Domingo y a todos sus hermanos, por saber combinar la humildad, la pobreza, la predicación y como no, la oración en una vida dedicada a los más degradados de la ciudadanía



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