jueves, 19 de agosto de 2010

MIREMOS NUESTRAS ALFORJAS Y NO LA DE LOS DEMÁS

Todos sin escaparse nadie, hemos participado de alguna manera en alguna conversación dónde se ha criticado a alguien, puede que algunos lo hagamos con más énfasis de lo normal y otros lo hagan pasando de puntillas, pero la verdad, es que en esta sociedad nadie se escapa de ser criticado, así como de ser crítico.

Pero lo que no hemos pensado alguna vez, es que podemos evitar algunas situaciones, y así tener menos riesgo de que se nos suelte la lengua de manera viperina y despiadada. Porque a veces no hacemos metafísica de la situación de porque una persona tiene que actuar de una manera o de otra.

Cuando vemos a una prostituta hacer la calle, no tenemos el reparo de echarle la lengua encima criticando su actuación, descrinándola de tal forma que la situamos por debajo del nivel cero, cuando no sabemos, el por qué una señora, porque son señoras queramos o no, tiene que dedicarse a lo que nadie quiere hacer. Una de las razones puede ser que es la única forma de que coman sus hijos, de que su chulo la deje tranquila, o para saldar una cuenta de drogar o de una enfermedad de algún familiar, siendo esta último ejemplo de los más normales del porque dedicarse a este oficio tan antiguo.

Otro caso sería, el niño de un barrio marginado que su medio de subsistencia es vender droga, ¿Por qué lo hace?, la respuesta más fácil sería que es una manera de vivir con abundancia sin trabajar demasiado, o porque es gente de mal vivir, etc… ¿Pero es esa la realidad?, no será que en el ambiente donde se mueve el chaval es de lo más normal el ganarse la vida de esta manera, o lo tiene que hacer porque es la única manera que tiene de llevar dinero a casa por exigencia del patriarca, sin importarle ni la forma ni la manera de obtenerlo.

La verdad que es bueno hacerse la pregunta antes de echar la lengua encima, el primero este humilde hagiógrafo, que tiene que seguir trabajando esta virtud. Luego me permito le poder daros dos consejos que a mí en este tiempo desde que estoy viviendo en Almería, me está funcionando muy bien, el primero es no juntarse demasiado en grupos donde pueda ver críticas negativas o descalificativas y el otro, cuestionarse las tres siguientes preguntas en el momento en el que alguien os venga con algún, chisme, cuento o historia:

· ¿Me va a obtener algún beneficio por oír ese cuento?

· ¿Lo has visto u oído tus sentidos para saber la certeza de ese cuento?

· ¿Te va a beneficiar a ti en algo el contármelo?

Si estas tres preguntas no nos dan una respuesta afirmativa, es mejor que no os cuenten nada y aprovechar para hacer algo más constructivo para vuestra formación.

Sé que cuando terminen de leer este artículo, pensareis que el primero que se tiene que aplicar toda esta teoría es el mismo que escribe, pero os puedo responder, que desde que trabajo esta benevolencia, me siento más cómodo conmigo mismo y con los demás.

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