El sol a volcado, es medio día, el está impaciente, a sus cinco años de edad va ha participar por tercer año consecutivo en la batalla de flores, de la feria de la ciudad. Lo tiene todo preparado, el traje de flamenco, gorra de lunares, fajín de seda roja y camisa blanca con lunares negros y sin botones, abrochada por nudo en la parte inferior, sólo le queda limpiar las botos, son nuevos, comprados este año para la ocasión, el esta medianamente contento, con unas ganas locas de que llegue el momento. Pero he dicho solo medianamente, porque este año no está su padre para verlo, se ha ido con otra familia, con otras niños de su misma edad, solo se acuerda de el todos los primeros de mes para ingresarle el dinero y la visita protocolaria impuesta por el juez, en el resto del tiempo desaparece y no existe.Aunque ha sido su padre quién le ha buscado como en los demás años un puesto en una carroza, para que pueda participar en la cabalgata mayor de feria, el sabe que no irá a verlo, que se tendrá que conformar con alguna escusa telefónica y a pesar de su cota edad, sabe que no es verdad lo que le cuentan y que los demás niños si tendrán a sus padres allí observándolos en todo momento, en cada plaza, o esquina del recorrido de la cabalgata, pero le cabe la satisfacción, que irá con el su madre, esa que pase lo que pase, siempre estará ahí, inmortalizando cada momento con su cámara de fotos.
Pero a pesar de todo, el se está vistiendo, con ilusión y ganas de pasarlo bien, aunque quisiera ser como los demás niños, y ser observado en todo momento por sus progenitores, pero a pesar de todo el ya se encamina hacia la c/ Granada, para participar en el momento estrella de la feria, para ser aclamado junto con sus compañeros como lo eran las falanges romanas a la entrada triunfales de la Ciudad de Roma, tras la conquista de nuevas tierras, amen de hacerle pasar lo mejor posible a los demás niños de la ciudad, así como los visitantes de esta.
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