miércoles, 9 de febrero de 2011

LA ÓPERA, EL RECITATIVO

En sus comienzos el melodrama era una obra pensada para hacer intervenir la declamación musical (recitativo) junto al canto (aria); la alternancia, más o menos proporcionada, de escenas en las que los personajes recitan musicalmente, semejando el habla, con otras en las que la melodía se deja oír propiamente como tal es la esencia misma de esta clase de espectáculo.

El recitativo se caracteriza por la sucesión de notas apresuradas en valores breves, un movimiento rápido que quiere dar la sensación más cercana posible al fluir libre y espontáneo del ritmo hablado, tiende a suscitar en el ánimo del oyente la impresión de que la música se diluye, creando la ilusión del ritmo del lenguaje hablado.

Este tipo de recitativo, tal como acabamos de describirlo, se corresponde con el llamado recitativo secco, que encarna la manifestación verdaderamente primitiva y original del stile rappresentativo. La denominació secco alude a que la voz se oía prácticamente sola, apoyada por acordes que se limitaban a insinuar la tonalidad y las cadencias. En un principio, el recitado seco fue acompañado por el clave, instrumento al que se confiaba la realización de las armonías implícitas o explícitas sobre el bajo continuo. Poco a poco el clave fue cediendo su lugar al cuarteto de instrumentos de cuerda; se atribuye a Lully la gran innovación de presentar un recitativo con acompañamiento orquestal. Naturalmente que para liegar a esto el bajo cifrado tuvo que evolucionar hacia la consolidación de un ritmo menos libre en una escritura de partes obligadas para los instrumentos, con lo que recitativo seco fue perdiendo paulatinamente sus características esenciales para desembocar en el recitativo espressivo.

Este último se distingue por su menor libertad rítmica, consecuencia de la intervención de partes instrumentales diferentes; por la acumulación de un mayor interés musical a cargo de la orquesta y por una coloratura de contrastes más intensa entre la «voz que recita» y la «or-questa que acompaña».

El recitativo arioso es un caso distinto a los que hemos contemplado hasta aquí, pues participa a la vez de las características del recitativo puro y del aria. De un modo general, podemos decir que los momentos ariosos se alejan del recitativo simple por cuanto en ellos la declamación es más afectiva y lírica; se alejan también del aria en cuanto que no participan de sus fórmulas estróficas, cerradas y basadas en buena parte en la repetición de fragmentos musicales.

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