miércoles, 2 de febrero de 2011

UNA NUEVA CONCEPCIÓN DE LA ÓPERA

Los últimos años del S. XVI fueron testigos de profundas transformaciones en el terreno de lo musical.

Desde el punto de vista que aquí nos interesa, el acontecimiento más sobresaliente fue el advenimiento de una concepción musical auténticamente revolucionaria, que llevaba el germen de lo que iba a ser más adelante el drama musical que conocemos como ópera: el stile rappresentativo.

Los humanistas florentinos —Cameratas de Giovanni Bardi, primero, y de Jacopo Corsi, después— trataron de resucitar la tragedia griega clásica. Estudiosos y críticos del teatro de Eurípides, Esquilo y Sófocles proporcionaron el material de partida para que los poetas y compositores adscritos a las Cameratas em-pezaran a producir las primeras piezas en stile rappresentativo alrededor del año 1600.

Componer en stile rappresentativo significa partir de la aceptación de una relación distinta entre música y poesía, relación que se cimienta sobre el propósito de imitar la declamación en las antiguas tragedias griegas; significa acornéter una obra con ideación plástica escénica, un espectáculo genuinamente dramático a medio camino entre la recitación y el canto; significa, en definitiva, la concepción de un arte original destinado a la representación, que aspira a «recitar cantando», es decir, a transformar el habla corriente en un lenguaje declamado musicalmente. El protagonismo principal está reservado a la música, sobre la que se sostiene toda la obra; el drama ya no tiene que recitarse y el papel de los personajes, que han de expresarse musicalmente, recae sobre los cantantes: estamos ante los origines mismos del melodrama.

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