domingo, 24 de julio de 2011

SAN PABLO

El año 2008 fue dedicado por la Iglesia a revivir la memoria de San Pablo, pues se cree que nació en
el año 8 de nuestra era, hace 2000 años. Su vida tuvo la particularidad de ser la de un convertido, pues
persiguió a muerte a los primeros discípulos de Jesús y luego de una crisis profunda se transformó en el
discípulo más entusiasta de Jesús. Es inevitable una pregunta intrigante: ¿qué aspecto de la vida o del
mensaje de Jesús fue lo le hizo derrumbar a Pablo toda su cosmovisión anterior? . Entre sus escritos, el
que tiene un carácter más sistemático y podría dar mayor acceso a la visión esencial de Jesús que tuvo
Pablo, es sin duda la Carta a los Romanos. La he leído muchas veces y me ha parecido que su hilo
argumentativo es revolucionario, pues no se compadece con los catecismos clásicos del cristianismo
histórico. Todo muestra que lo que sedujo a Pablo de Jesús fue el testimonio de libertad suprema de su
vida, que lo incitó a sepultar las cosmovisiones religiosas fundadas en una imagen de Dios como patrón o
señor y a construir una relación filial y no de dominación con Dios y con la creación. Por eso me he
tomado el atrevimiento de desenmarañar el hilo argumentativo de la Carta a los Romanos, ensayando
una re-escritura de la misma que suprima repeticiones (marca inconfundible del estilo literario hebreo);
que reduzca las citas del Antiguo Testamento (las que tenían el objetivo evidente de polemizar con los
judíos ortodoxos de su época); que intente traducir ciertas expresiones de lenguaje mítico que aún
persisten allí, a un lenguaje más accesible a la cultura actual, y que refuerce, con pequeños incisos, los
nodos centrales del hilo argumentativo. Ha sido una decisión quizás demasiado atrevida de mi parte, pero
responde al deseo de rescatar lo esencial de un texto fundante de la fe cristiana, depurándolo de
limitaciones de lenguaje que en 2000 años han podido oscurecerlo y alejarlo del interés de los creyentes.

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