Leo y escucho multitud de artículos, entrevistas, debates, etc. poniendo de manifiesto la necesidad de cambios importantes en política y en la sociedad como algo imprescindible para salir de la crisis. Se expresa que el problema de fondo lo generan los mercados y los sistemas financieros internacionales porque imponen austeras condiciones a los Gobiernos y que éstos no pueden hacer nada. De este modo vemos con asombro cómo en nuestro país se ha aprobado entre otras cosas el aumento de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años y de las cotizaciones necesarias, lo que sin duda es una gravísima regresión social. Sobre las causas de todo ello, sinceramente, como ciudadano no alcanzo a comprender casi nada porque no entiendo de más economía que la doméstica. Pero me pregunto si de verdad ni tan siquiera políticos y Gobiernos podrán imponer un mínimo de organización interna en cada país para que las cosas mejoren al menos un poquito, y si los ciudadanos en peor situación seríamos capaces en ese caso de estar a la altura de afrontar esa nueva organización con la ética y honestidad necesarias. Se dice que la burbuja inmobiliaria vino impuesta y nadie pudo hacer nada. Pero en todo ese tiempo en el que crecía, he observado cómo ideas innovadoras que trataban de cambiar eso se difuminaron por la imposición de los mercados y también por el desánimo de los gestores. Creo que para salir de la crisis tenemos que cambiar nuestra ética y principios, disminuyendo nuestro egoísmo y codicia personal que tanto nos asemeja a esos crueles sistemas financieros. De lo contrario, la crisis crecerá y no sólo los mercados tendrán la culpa, sino también y en buena parte nosotros.
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