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| Ntra. Sra. de los Dolores, Hdad. Sto. Sepulcro Almería Atabiada de hebrea, por D. Alvaro Abril Vela |
Se acerca sigilosamente, sin hacer apenas ruido, está ahí, muy cerca de nosotros, para atraparnos sin apenas darnos cuenta. Nosotros la esperamos por otro sitio, por el bosque de cruces, que hemos manuscrito en el calendario, observando pasar los días en los cultos de Ntros. amados Titulares. Las parihuelas empiezan a desaparecer de nuestras calles, para ser revestidas de plata y terciopelo, y convertirse en altares andantes callejeros, para la Mejor de las Nacidas. Primera peana que sustenta y eleva a la Madre de Dios y Madre Nuestra. Las luces de las casas de hermandad se prorrogan, al igual que las primaverales tardes que las anteceden. La ciudad se va trasformando poco a poco, los carteles inundan el centro de nuestra ciudad, los temas de conversación giran alrededor de nuestras futuras Estaciones de Penitencia, como si estas duraran una eternidad, como si duraran años sin término, cuando tan solo son unas horas, aunque estas nos saben a gloria. Observamos en los cálidos atardeceres como los cofrades vienen de recoger la papeleta de sito o de hacerse el capirote, o mudando enseres de la casa hermandad a la parroquia o viceversa. Y el tiempo aún así, continua pasando sin darnos apenas cuenta y cuando haya terminado de pasar, y llegue esa mañana que tanto esperamos, será como ver pasar al talgo en un paso a nivel, porque irán pasando los días de forma pausada pero encadenada. Mientras tanto disfrutemos de ese regreso que todavía se resiste a venir.
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