lunes, 7 de marzo de 2011

HISTORIA Y TRADICIÓN, DE LA STA. MUJER VERÓNICA, III

Narran que cuando Pilato recibió al mensajero de emperador Tiberio para que le llevara a Roma a un médico palestino, que era capaz de curar todas las enfermeda¬des, el prefecto le contestó que lo había mandado matar por ser un malhechor. El mensajero de Tiberio, camino de su casa se encontró con una mujer llamada Verónica a la que le preguntó: "¿Por qué dieron muerte los judíos a cierto médico residente en esta ciudad, que con solo su palabra curaba a los enfermos?". La Verónica llorando le contesto: "¡Hay de mí!, Señor, Dios y Señor mío, cuan¬do mi Señor se iba a predicar, yo llevaba muy mal el verme privada de su presencia; enton¬ces quise que me hicieran un retrato para que, mientras no pudiera gozar de su compañía, a lo menos, viera la figura de su imagen, yendo yo a llevar el lienzo al pintor para que me lo diseñase, mi Señor salió a mi encuentro y me preguntó dónde iba. Cuando le manifesté mi propósito me pidió el lienzo y me lo devolvió señalando en la imagen su rostro venerable. Si pues tu señor mira devotamente su aspecto, se verá inmediatamente agraciado con el benefi¬cio de su curación.

Él entonces le dijo: ¿Un retrato puede adqui¬rirse con oro o con plata?. Ella respondió, no, sino con un piadoso afecto de devoción. Marcharé, pues, contigo y llevaré la imagen para que la vea el cesar; después me volveré. Vino, pues Volusiano, que así se llama el lega¬do del emperador y dijo a Tiberio: "Aquel Jesús a quien tú desde largo tiempo vienes deseando, fue entregado a Pilato y los judíos a una muerte injusta y por envidia fue clavado en el patíbulo de la cruz. Ha venido, pues, en mi compañía, cierta matrona que trae consigo un retrato del mismo Jesús, y si tú lo miras con devoción, obtendrás al momento el beneficio de la curación. Hizo, pues el Cesar, que el camino fuera alfombrado con paños de seda y mandó que le presentasen la imagen .Y, nada más mirarla, recobro su antigua salud". En el capítulo VIH de los evangelios apó¬crifos dedicados a la Venganza del Salvador (la Vindicta), se narra el milagro de Jesús a una mujer llamada Verónica. En la sexta parta se dice: "Liberó a una mujer cogida en adulterio y a otra, llamada Verónica, que padecía flujos de sangre, desde hacía doce años y que se acercó a El por detrás, tocando la orla de su vestido. La sanó también." En el apartado XXIV de este capítulo, se narra de similar forma esta historia: "Finalmente Velosiano, se puso a buscar la faz o efigie del Señor. Dijéronle todos los circun¬dantes: Cierta mujer llamada Verónica es la que tiene la faz del Señor en su casa. Mandó en seguida que fuera llevada ante su acata¬miento y él le dijo: ¿ tú tienes en casa la faz del Señor?. Más ella dijo que no. Entonces Velosiano ordenó que le diesen tomento hasta que se lo mostraran



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