martes, 8 de marzo de 2011

QUE EL PSOE NO SE RIA MAS DE LOS POBRES


Monumento al trabajo

 Cuando en 1920,  se creó el inutil Ministerio de Trabajo, comportaba una cierta perversión administrativa llamarle «de Trabajo» a un departamento que tiene como fundamento principal la lucha contra el paro. Después, cuando llegó la famosa 2ª República, aquella que traía pan para todos los obreros de la clase proletaria, sin necesidad de trabajar, pues fué cuando Francisco Largo Caballero ocupó el cargo que hoy ostenta Valeriano Gómez, la perversión se convirtió en escarnio y así fue hasta que, ya en el tardo-franquismo, las aguas comenzaron a recuperar sus cauces naturales. Joaquín Almunia y Manuel Chaves —que todavía no había conocido su «gloria» andaluza— no fueron malos ministros del ramo. Manuel Pimentel, con José María Aznar, fue tan bueno, que lo bordó en sedas e hilo de oro, y como de estas artesanias no entienden de Despeñaperros hacia el norte pues le dieron la boleta a las primeras de cambio y, llegados al presente tiempo de catástrofe, el de José Luis Rodríguez Zapatero, Jesús Caldera, Celestino Corbacho y el citado Gómez podrían hacer carreras de inútiles con la seguridad de que ninguno de los tres quedaría en último lugar.

Cuando el miércoles de la semana pasada, el Ministerio que contabiliza y clasifica los parados nos dijo que, como era previsible y estaba previsto, el paro creció en febrero. La novedad reside en que Mari Luz Rodríguez, la recién llegada secretaria de Estado de Empleo —¡qué velocidad de rotación la del cargo!— nos consoló diciendo que el incremento, 68.260 parados más, es inferior a los de febrero de los dos años precedentes. ¡Qué maja! Llegará un momento, si Zapatero continúa en La Moncloa, que ya no crezca el paro. Todos estaremos en él. Incluso, dado que la natalidad es escasa en España, los cálculos actuariales permiten pensar que la mortalidad irá reduciendo el porcentaje de parados entre los españoles vivos hasta alcanzar cifras irrisorias. Vamos sobraran incluso funcionarios por que la administración pública no es necesaria, si no hay empleo.

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