jueves, 22 de noviembre de 2012

ANÁLISIS DEL DISCURSO DE CORONACIÓN DE S.M.


S.M. Juan Carlos I en el momento de Jurar como Rey en las Cortes
Designado sucesor a la Jefatura del Estado en 1969, tras la muerte del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, Don Juan Carlos fue proclamado Rey el 22 de noviembre de 1975, y pronunció en las Cortes su primer mensaje a la nación, en el que expresó las ideas básicas de su reinado: restablecer la democracia y ser el Rey de todos los españoles, sin excepción:
Anunció, expresamente y sin equívocos, que asumía su misión de reconciliar a todos los españoles, procurando el entendimiento entre opositores (rupturistas o reformistas) y renovadores. En su discurso no ignoró a nadie: Franco, era una figura excepcional pero que ya era historia (pasado); su padre, que le había inculcado el cumplimiento del deber; los ejércitos, la Iglesia, el mundo del pensamiento, las peculiaridades regionales y "la participación de todos en los foros de decisión" (haciendo referencia veladamente a todos los partidos políticos sin exclusión).
Con sus palabras pretendía disipar la desconfianza de quienes, viniendo de una tradición republicana, lo veían como Rey y designado por Franco, o por quienes, siendo monárquicos o no, tenían sospechas de que como Rey fuera un mero continuador del Régimen de Franco.
A unos y a otros se pretendió hacerles llegar que el nuevo Rey estaba dispuesto a devolver la soberanía al pueblo y a facilitar la vía pacífica a la democracia.
"La Corona ampara a la totalidad del pueblo y a cada uno de los ciudadanos, garantizando, a través del derecho y mediante el ejercicio de las libertades civiles, el imperio de la justicia".
El Rey ha confesado: “Seguí al pie de la letra el consejo de Torcuato. Y en aquel discurso de la Corona dije muy claramente que quería ser el rey de todos los españoles”, dejar claro que se ponía término a cuatro décadas del Régimen de Franco, comenzaba una etapa de fundamentada en la reconciliación de todos los españoles. “Y en aquel discurso de la Corona dije muy claramente que quería ser el rey de todos los españoles”.
Quería dejar claras, en su discurso de proclamación y para que no quedase ninguna duda, sus verdaderas intenciones para el futuro. Y que utilizaría todo el poder “para decirles a los españoles que en el futuro eran ellos quienes debían expresar su voluntad”.
El día 22 de noviembre de 1975, no habló de una legitimidad derivada del 18 de julio ni de cualquier otra fecha, sino de la historia, las Leyes Fundamentales del Reino y el mandato legítimo de los españoles, tres conceptos difícilmente compatibles con los títulos de legimitidad que podrían aducir los miembros de aquellas Cortes y del Consejo del Reino a quienes se dirigía.
Se presentó como Rey legítimo por historia, por las Leyes Fundamentales y el mandato legítimo de los españoles, obviando cualquier legitimidad que tuviera su origen en su designación por Franco como sucesor a título de Rey.
Consideró improcedente que, en su primer, discurso el Rey hiciera cualquier referencia excesivamente elogiosa a Franco. Si se quería instaurar un régimen democrático, no tenía sentido hablar de Franco en términos excesivamente laudatorios.
Siguió fielmente la recomendación que le había hecho Torcuato Fernández Miranda: “Vuestro primer discurso será la clave de todo el cambio, y en él habéis de decir a los españoles: esto es lo que tengo la intención de hacer y así es como voy a hacerlo”, aunque dejando claro que “aquel primer discurso de la Corona fue mío, solamente mío".
En su discurso no ignoró a nadie: Franco, figura histórica del pasado; los ejércitos, la Iglesia, el mundo del pensamiento, las peculiaridades regionales y "la participación de todos en los foros de decisión".

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