miércoles, 27 de junio de 2012

MASCOTAS EGIPCIAS II

El gato, que los antiguos egipcios deno­minaban miu, fue domesticado a partir del Imperio Medio (desde 2040 a.C). Este felino era un eficaz cazador de ra­tones, serpientes y otros animales poco deseados en hogares y graneros. Por ello se ganó el afecto y la simpatía de los campesinos, y se convirtió en un hués­ped más de la casa. Los gatos dejaban que les pusieran un collar o una hermo­sa cinta en el cuello y aceptaban, tal vez un poco a regañadientes, mantenerse inmóviles bajo la silla de sus amos mientras éstos gozaban de un apetitoso banquete. A partir del Imperio Nuevo (1552 a.C), el gato aparece representado en los muros de las tumbas de sus due­ños con mayor frecuencia. A juzgar por las imágenes, este animal se convirtió en la mascota favorita de algunos miem­bros de la realeza, como la reina Tiy, la princesa Satamón o el príncipe Tutmo-sis, primogénito de Amenhotep III. És­te mandó elaborar un magnífico sarcó­fago de piedra con bellos relieves e ins -cripciones para su querida gata Tamit.

También el mono (en egipcio antiguo ky) y el babuino dan) eran criados como animales domésticos. En el repertorio decorativo de las tumbas, los encon­tramos trepando a palmeras e higueras para ayudar a recolectar los frutos que estaban más altos. Aparecen asimismo representados debajo de la silla de sus dueños, a menudo adornados con co­llares y brazaletes. Ya desde el Imperio Antiguo, el mono consiguió el afecto del hombre y tuvo acceso a la casa, don­de convivía con el perro y el resto de animales domésticos. Divertía a la gen­te con sus gestos y acrobacias, y, en definitiva, sabía hacer pasar el tiempo de manera agradable.


En algunas escenas de mercado, o en otras donde se congrega mucha gente, los monos aparecen sujetos con correas, como si estuvieran patrullando junto al cuerpo especial de policía, los medyais, compuesto por nubios. Llama la aten­ción que a los babuinos domesticados se les extrajeran los caninos, como de­muestran las radiografías practicadas a sus momias. Al parecer, con la extirpa­ción de estos afilados dientes se querían evitar mordeduras peligrosas. Tal ope­ración debía de resultar complicada, además de dolorosa para el animal, lo que plantea la cue stión del tipo de anes -tesia que se empleó en el mundo antiguo para adormecer el dolor.

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