martes, 22 de noviembre de 2011

TRIGÉSIMO SEXTO ANIVERSARIO DE LA CORONACIÓN DEL REY D. JUAN CARLOS I DE BORBÓN

Era una mañana fría, el sol entraba tímidamente por las ventanas del Palacio de la Zarzuela, las doncellas y mayordomos no daban abasto para los preparativos de un hecho histórico del cual iban a ser testigos de excepción ya que iban a ver salir por última  vez a sus señores  como  príncipes para regresar como reyes. Parece una tontería, pero fue así. En alguna que otra ocasión, he pensado lo que le pasaría a D. Juan Carlos por la cabeza aquella mañana cuando su mayordomo personal lo vestía con el uniforme de Capitán General, creo que no era todavía consciente de lo que estaba sucediendo, que estaba viviendo aquel momentos tan esperado desde hacia bastantes años y que cuando llegó la hora no estaba todavía insertado en la realidad. Y es que religarse a la realidad que nos circunda a veces no es tan fácil como parece, y es luego cuando te levantas a otra mañana y ves que todo va cambiando a esa realidad que te absorbe, es cuando sientes ese vértigo que en ocasiones nos asusta, no sé si a Su Majestad le paso lo mismo, pero si algo por el estilo tuvo que sucederle. Es un estado natural que aunque el momento se percibe que va ocurrir tarde o temprano, cuando este llega a nuestra realidad, siempre nos sorprende, teniendo en la mayoría de los casos la sensación de vacío o lo que llamamos cotidianamente el susto o el quedarnos perplejos. Esta fue la sensación que vivió Nuestro Rey D. Juan Carlos I, era una realidad que el esperaba, sobre todo los últimos días, pero aunque él estaba educado a tener un gran temple  para ciertas realidades así como para vivir estos momentos, conociéndolo como lo conocemos creo que él vivió en esa nube de saber donde esta pero sin estar. Siendo este estado lo que lo hace más cercano a su pueblo.

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