martes, 3 de septiembre de 2013

RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DE SANTO DOMINGO LA REAL, SANTUARIO VIRGEN DEL MAR, I

Ntra. Sra. la Virgen del Mar, Patrona de Almería
Fotografía: Javier Tortosa .
Ballarín llegó al convento en el año 1925 y tras unos años destinado en Cá­diz, regresó para continuar con su labor de Prior. Le tocó vivir los momentos dramáticos de los primeros días del Alzamiento, cuando el templo fue incendia­do. Unas horas antes, les había ordenado a los nueve religiosos que formaban la comunidad que abandonaran el recinto ante el peligro que corrían sus vidas. Ballarín fue el último en marcharse, después de haber dejado la imagen de la Virgen del Mar escondida en la casa de los hermanos Pérez Gallardo, a unos metros del santuario. Fue el último en irse y el primero en volver cuando ter­minó la guerra. Doña Mariana del Moral contaba que cuando el religioso vasco se encontró ante aquellas ruinas, con las piedras calcinadas y sin rastro de los altares, se arrodilló en el suelo y lloró sin más compañía que las montañas de escombros que ocupaban el templo.
Ramón Ballarín Arechalde era entonces un hombre de 59 años, en plena madurez, pero su quebrantada salud le impedía desperdiciar las fuerzas. A pesar de sus carencias físicas, se tomó la obra como un reto que la Virgen le había con­cedido y orientó todos sus esfuerzos en la rehabilitación del templo. Como no era un trabajo que pudiera hacer en solitario, su primer objetivo fue despertar la conciencia de los ciudadanos. Su labor propagandística comenzó el nueve de abril de 1939, organizando una gran ceremonia en la que la imagen de la Virgen del Mar aparecía como la 'salvadora' de la ciudad. Del traslado de la Virgen a la casa de los dominicos hizo un acontecimiento multitudinario que buscaba remover las conciencias de los personajes pudientes y de las autoridades.

En junio de 1939 Ballarín se propuso habilitar una amplia capilla de 120 metros cuadrados, con entrada por la calle Conde Ofalia, para que de forma provisional se celebraran allí los actos religiosos. Para conseguir los medios que necesitaba, dinero y material, se fue a Radio Almería y al diario Yugo para abrir una suscripción popular en la ciudad. "Que nadie oculte su nombre, sus dos apellidos, a fin de que todos los hijos de la Patrona de Almería, absoluta­mente todos, tengan un puesto de honor en el Libro Grande", decía el Prior. Quería sensibilizar a las autoridades, a los empresarios importantes que podían aportar dinero. Cuando veía que le faltaban las ayudas que él pedía, cuando se desmoralizaba porque muchos le daban la espalda, sacaba fuerzas de flaqueza y se refugiaba en los medios de comunicación para echar un sermón lleno de metáforas: "Nos faltan piedras. Piedras vivas para el santuario de la Patrona. Las inertes canteras de Roquetas y de Alhama abren a porfía sus entrañas para sustituir las piedras requemadas de sus templos. La cantera viva de Almería es hora ya de que despierte".

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