D. Bartolomé Marín. uno gran intelectual de nuestra tierra |
La concesión consiste en sesenta cuadros y centenares de libros, revistas y otros documentos de tipo religioso. “Su intención era que con todo el material se crease un gran museo en el Santuario”, apunta Lola Mármol Marín.
Entre las piezas más valiosos destacan tres lienzos de grandes dimensiones y
alegóricos del Saliente y La Pequeñica que Marín, uno de los grandes impulsores
de la Tertulia Indaliana, pintó para que fuesen expuestos en la propia iglesia.
En su adolescencia y primera juventud, el pintor Andrés García Ibáñez pasó
largos días de verano con Bartolomé Marín en su casa de la calle Salitre de
Albox. “Estaba pintando las escenas de la leyenda de La Pequeñica y una
coronación de la Virgen. Hablábamos mucho de pintura y siempre me decía que
esos cuadros quería donarlos al Saliente cuando él faltara. También me enseñaba
libros antiquisímos, incunables y otros, y me manifestó su intención de
donarlos también allí”, recuerda.
Tal y como relata Ibáñez, su gran proyecto para el Saliente, y una de sus
obsesiones vitales que no llegó a poder materializar, era que él decorara todo
el templo con frescos en las bóvedas, cúpula y ábsides, y cuadros para las
capillas laterales. “Durante años estuvo moviendo hilos y buscando fondos, pero
parece que no encontró el calor necesario”, confiesa el olulense.
A falta de ver la forma en que el Obispado gestiona la ingente donación de
Bartolomé Marín, sus sobrinas van a iniciar en septiembre una ronda de
contactos con diversas instituciones almerienses, de modo que el resto de sus
pertenencias sean expuestas en la capital y compartidas así con todos los
ciudadanos.
“Hay material de gran interés para investigadores de la historia local:
pinturas (con obras de algunos indalianos), dibujos, documentos históricos,
escritos, recuerdos y premios. Quizá se podría crear una fundación que llevase
su nombre”, señala Lola Mármol Marín en declaraciones a este diario.
Según Andrés García Ibáñez, entre su piso de Almería y la casa de Albox
tenía una colección de pintura de cierta dignidad: un Perceval pequeño, cosas
de Cantón Checa y otros indalianos. “Tenía una obra de mis comienzos que yo le
regalé, un pollo desplumado que pinté con apenas diecisiete años y que él
valoraba mucho”, dice.
Aunque la idea inicial de las sobrinas era montar una casa-museo en Albox,
el pueblo de Bartolomé Marín, con la parte del patrimonio que éste no donó al
Saliente, diversas desavenencias con la gestión del legado las han llevado a
cambiar de opinión y apostar por la capital para que se recuerde y dignifique
su figura.
Doctor en Filosofía y Letras, el albojense realizó sus estudios
eclesiásticos en el Seminario Conciliar de San Indalecio en Almería y fue
profesor de Religión, Letras, Historia del Arte y Dibujo.
Marín supo aunar su labor sacerdotal con el cuidado de los templos y la
protección de las obras de arte. Desde 1971 participó en la Tertulia Indaliana,
organizando el ‘orden del día’ y escribiendo comentarios y haciendo caricaturas
sobre la misma.
Bartolomé publicó numerosos artículos sobre cultura y prestó apoyo a
artistas e investigadores con prólogos para libros, catálogos de exposiciones
de pintura, comentarios en prensa e ilustraciones de todo tipo.
Don Bartolomé Marín, a parte de todo lo redactado en este artículo, comentar que tiene numerosas obras pictoricas, como los frescos del Altar Mayor de la Parroquia de Ntra. Sra. del Rosario de Alcudia de Monteagud, realizados en los años 50 del recien pasado siglo y que realizo aprovechando la restauración de la misma, ya que habia sido destrozada por el bando rojo(CNT, PCE y PSOE), durante la contienda civil española. En otra localidad que ha quedado plasmado el arte de ilustre sacerdote fue la localidad de Senés donde también se puede admirar la obra pintórica de D. Bartolomé.
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