miércoles, 9 de junio de 2010

LA HORA DE LA RETIRADA

Estas letras van dedicadas aquellas personas que lucharon en su día por le mundo cofrade, personas, que lo dieron todo por hacer realidad cada primavera cada una de sus ilusiones, pero que ya le ha llegado la hora de su retirada, por no estar a la altura de las circunstancias actuales, quedándose desfasados para la época actual.
Persona que no conciben que los pasos se adornen por manos de floristas profesionales, y no por el cuerpo de camareras o por el entendido de turno que cayó en gracia el primer año que las colocó, que los pasos salgan a costaleros y sientan la nostalgia inconcebible de esas salidas a ruedas, o que nuestras imágenes sean ataviadas por vestidores y nos deleiten con sus delicadas manos y sus gustos exquisitos durante todo un año, hermanos/as, que no solo intentan que no cambien la evolución de la hermandad, sino que tampoco quieren que cambien otras tradiciones como las Cruces de Mayo o la Procesión del Corpus, etc..., cofrades que no entienden que la mejor ofrenda floral para una Hdad. sería una lluvia de pétalos desde algún balcón, personas que no saben acariciar lo vetusto de su ciudad a la hora de trazar el recorrido de su hermandad y que prefieren el ensanche monstruoso de la misma, a la elegancia de la anciana piedra y arropada por los sonidos de los sabios campanarios que anuncia el paso de la Doncella de Nazaret. Miembros de junta de gobierno que no se preocupa de darle mas realce a los cultos(acólitos, corales, que ejercicio realizar, si es quinario, septenario, triduo, etc...). Señores que no saben y el problema es que no sepan, sino que no quieren aprender por cuantos miembros está formado un cuerpo de acólitos o que el pertiguero es tan necesario como el capataz en el paso, personas que ya no solo no trabajan para la actualidad de hoy en día, sino que no dejan trabajar a los que están detrás.
A esos cofrades que no les importa envejecer, con tal de ser mas antiguos en la hdad., a todos esos va dirigido este homenaje a todos esos hombre y mujeres, que con su esfuerzo y sacrificio engrandecieron nuestra religiosidad popular, y la colocaron en el lugar donde se merece, pero que les ha llegado la hora de su retirada, dejando a la sabia nueva continuar con la tarea de seguir engrandeciendo la religión de un pueblo.

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