lunes, 26 de diciembre de 2011

LA OCTAVA DE LA NAVIDAD

Tres festividades de santos siguen inmediatamente a la de Navidad: San Esteban, San Juan, los santos Inocentes. 

La fiesta de Navidad es todo dulzura, pero no es sensiblera. 

Somos nosotros quienes hemos hecho del "Belén" algo gracioso... y de los pastores una ocasión de evocación pastoril emotiva... 

De hecho, el primer pesebre era ante todo el símbolo doloroso de la pobreza, de la miseria: un pesebre es lo contrario de una cuna. Todas las madre del mundo escogen las telas más finas y las cunas mas bonitas para recostar a sus bebés... 

Dios sólo ha tenido derecho a un rústico pesebre. La cruz se perfila ya. San Esteban fue el primer mártir. 

El primero en seguir verdaderamente a su maestro llevando la cruz, como otro Cristo. 

-Jesús decía a sus discípulos: "No os fiéis de estos hombres. Pues os delatarán a los tribunales y os azotarán... y por mi causa seréis conducidos ante los gobernadores y los reyes..." 

Cuando Mateo escribe esto, la persecución es el lote cotidiano de los cristianos, en la Iglesia primitiva. 

Jesús había anunciado las dificultades de la misión que confiaba a sus discípulos: todo hombre que proclama el Reino de Dios debe estar dispuesto a afrontar la oposición, la contestación. 

¡Qué misterio, Señor! ¿Por qué el mundo rehúsa a Dios? ¿Por qué el mundo rehúsa a los que hablan de ti? ¿Por qué los hombres persiguen a los que no desean otra cosa sino comunicarles una buena noticia? El discípulo de Jesús, el misionero sólo tiene por misión hacer el bien y decir cosas buenas. Y sin embargo, suscita la oposición. 

El caso es que Dios aparece siempre, desde el exterior, como un intruso: como alguien que viene para ocupar todo el espacio, como un inoportuno. El egoísmo del hombre, su deseo de independencia son la causa del rechazo. Se rechaza al amor. Es el rechazo a dejarse tomar por Dios. Rechazo a someterse a Dios. Cuando Dios verdaderamente "reina" se acaban las pretensiones orgullosas del hombre. 

Ayúdame, Señor, a someterme totalmente a ti. Ayúdame a soportar las dificultades y las oposiciones. Ayúdame a interpretarlas a la luz de tu presencia. 

-No os atormentéis pensando lo que vais a decir... Puesto que no seréis vosotros quienes hablaréis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. 

Jesús nos pide pues que renunciemos a las preocupaciones. 

"No os atormentéis". Tú, Señor, no quieres que tengamos miedo. 

Ello sería signo de que aún contamos demasiado con nuestras propias fuerzas, con nuestros recursos humanos. 

Se trata por lo contrario, de abrirnos a la acción de Dios: "el Espíritu hablará por vosotros". "No seréis vosotros los que hablaréis". ¡Señor! Quisiera, siguiendo tu invitación, dejarme desposeer totalmente por ti! ocupa todo mi ser. Que progresivamente llegue a ser un simple instrumento en tus manos, y al soplo de tu Espíritu. 

-El que se mantendrá firme hasta el fin, sera salvado. 

¡Es esto justamente lo mas difícil! Uno aguanta un momento, pero, a la larga, la cosa falla. ¡Oh, Señor, puesto que Tú me lo pides..., ayúdame también a "aguantar firme"! Que tu Espíritu venga realmente a mi espíritu.

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