miércoles, 1 de agosto de 2012

TERTULIA COFRADIERA PLAYERA


Ya lo conoces de otros años. Cuando te pilló, ensimisma­do, dándole pataditas a las olas, frente al mar, disfrutando de la soledad soleada de un día de playa. A ti te gusta ese alejamiento de la realidad. Dejas a la señora o a la novia la mar de bien sentada bajo la sombrilla, con su bolsa de pipas o de patatas, la revista que no falte, y tú sueles irte a la orilla del mar. a ver más allá del horizonte lo que durante el año no tienes tiempo de ver. Tus propios sentimientos. Tus propias fantasías.
Por eso, antes de bajar a la playa, te has fijado bien en los coches que hay aparcados, por si ves el de tu pesadilla cofrade. Sí, sí, todos estamos amenazados por la pesadilla cofradiera del verano. Ese capillita extremo que te enseña el ipod y tiene trescientas marchas procesionales grabadas para pasar la mañana de playa como es debido. En el apar­camiento se busca coche con costalito de rayas colgando del espejo retrovisor. O escudo de hermandad pegado en la luna trasera del coche. Si está el coche lo mejor es decirle a la parienta que la pesadilla cofrade está ahí en la playa y que conviene marcharse para el lado opuesto del litoral. Quiere decirse que si estás en Cabo Gata hay que márchate, por lo menos, a los Almerimar, porque de lo contrario, la pesadilla cofradiera te ataca.
Hace años, ya cuento, la pesadilla atrapó a nuestro hom­bre a pie de ola, en plena orilla. Fantaseaba tranquilamente mirando hacia el horizonte y cantineaba para sus adentros el "Eva María" de Fórmula V, que el hombre tiene ya una edad y no sabe ni le importa quién es Estopa o David de María, sabe quién es David Bisbal porque es paisano..
Y  cuando más marcha interior cogía con el estribillo de la canción se le hizo presente la pesadilla cofrade. Era él.
Y  no te dio tiempo ni a desearle buenos días. Porque lo primero que hizo fue enseñarte un mensaje que le envió mes y medio atrás su hijo, otra pesadilla cofrade en forma­ción, cuando iba a examinarse en la UAL. El mensaje decía: "No hay nada mejor que escuchar Macarena de Abel Moreno antes de examinarse..." Desde que te enseñó el mensaje hasta dos horas después, la pesadilla cofrade te devoró. Sin que las miradas hacia donde estaban tu mujer o tu novia surtieran efecto y vinieran a rescatarte. Durante dos horas estuviste a su merced. Como un barquito en mitad de la tormenta.
Fue un calvario. Nunca mejor dicho. Un calvario playe­ro. Creo que de ahí viene la advocación Cristo del Mar. Empezó por hablarte de su tertulia cofrade que, gracias a Dios, puede prolongar en la playa porque, en un bar del centro del pueblo, donde ponen unas sardinas asadas con que son para sacarlas en un paso de gloria, ha trabado amistad con cofrades hispalenses, nazaries, boquerones y hasta cofrades califas y, todas las tar­des, sobre las cinco treinta se reúnen. Dominó, cerveza y pedacitos... de junta de gobierno. Los tipos están muy al día de las cañerías del Consejo o de las Agrupaciones de HH y CC y de los desagües de algunas juntas de gobierno de las hermandades de sus respectivas localidades. Y mientras despellejan a uno o elucubran sobre la restauración de un Cristo al que han dejado tan limpio y blanco que parece un turista japonés, siempre suena, como una cinta sin fin, Estrella sublime, mientras un trocito de incienso se quema para darle a la tarde de Julio un rarísimo toque a Martes Santo con olor a sardinas asas. Cuando acabó de comentarte lo de su tertulia playera caíste en la cuenta de que hacía un poco de rasca. Y viste que la amenaza cofrade llevaba puesta una sudadera de costalero de la Cena. El tipo había bajado a la playa con la sudadera de la gente del costal y no llevaba toalla con las imágenes titulares porque aún no se han decidido a hacerlas. No pudiste evitar sonreír para tus adentros y acordarte de aquella vez en la Parada donde, en plena calle Eduardo Pérez, fundador este de la Hermandad del Sto. Sepulcro de Almería, saludaste a un costalero del Prendimiento, que llevaba una camiseta del Cristo de Medinaceli mientras sonaba Guantanamera y los hielos del cubata se derretían del calor.
Consejo, Agrupacion de HH y CC, hermanos mayores, Mayordomos, flores en los palios, música de nuevo cuño, pregones de barrio, su amigo el costalero, los legionarios de la Cena por José Ángel Valente. Dos horas, por Dios. Dos horas sin parar. Y cuando, por fin, la señora o la novia, lo rescató de tortura tan brutal, a la pesadilla cofrade no se le ocurrió otra cosa que decirle:
—Recuerda lo que te he dicho. Que el 2 de Agosto, te llevo en mi coche a Almería, para ver la Virgen de los Ángeles gloriosa, ya verás qué buen rato echamos...

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