Retablo del Altar Mayor del Monasterio Jerónimo, en el cual se puede observar imágenes de Mmontañéz Foto: E. Jesús Díaz Pérez |
EL Monasterio de San
Isidoro del Campo fue fundado, en un lugar cercano a las ruinas romanas de
Itálica, por Alonso Pérez de Guzmán y María Alonso Coronel en 1301 donde, según
la tradición, había sido enterrado San Isidoro de Sevilla. Sus restos fueron
descubiertos y trasladados a León en 1063. El Monasterio desde su fundación ha
estado bajo la administración espiritual y temporal de diferentes órdenes
religiosas sucesivamente cistercienses, ermitaños Jerónimos y Orden de
San Jerónimo.
En este singular monasterio fortaleza,
con doble iglesia, se yuxtaponen el estilo gótico con claras influencias del
Languedoc, y el mudejar, en el que es visible la tradición almohade. En 1432
los Jerónimos ermitaños de Fray Lope de Olmedo sustituyeron a los
cistercienses, llevándose a cabo una profunda reforma en el Monasterio que
afectó de forma sustancial a la decoración. Frente a la austeridad
cisterciense, el Monasterio se decora con pinturas murales, que conforman
posiblemente uno de los conjuntos más notables de toda España. A mediados del
siglo XVI surge un foco reformador en Sevilla, el prior y varios monjes de San
Isidoro serán encarcelados, otros huyeron fuera de España, entre ellos
Casiodoro de Reina autor de la Biblia del Oso, primera traducción de la Biblia
al castellano. Tras estos episodios Felipe II ordenará la fusión de la
congregación con la Orden jerónima.
El Monasterio fue ampliándose y enriqueciéndose
con los siglos, llegando a contar con una torre, una espadaña, cinco claustros
y, junto a las dependencias monacales, se halla la procuraduría, la hospedería
y las instalaciones agropecuarias propias de estas instituciones que pretendían
ser autosuficientes.
En torno al Claustro de los Muertos~{5)
se articulan las dependencias del núcleo medieval: iglesias, refectorio (8),
sacristía (11), sala capitular (12), etc. Sus propiedades eran muy numerosas e
incluían la población de Santiponce, ubicada originariamente a orillas del
Guadalquivir hasta que fue destruida por una riada en 1603, que provocó el
traslado de la población a las ruinas de Itálica, lo que dio lugar al actual
asentamiento.
Se trata de un conjunto monumental cuyo
espacio físico supera los 30.000 metros cuadrados. Doce años se han empleado en
la recuperación de parte de este excepcional legado cultural, con una inversión
económica , a cargo de la Consejería de Cultura, que supera los seis millones
de euros (mas de mil millones de pesetas).
Doce años que culminan con la
recuperación de la zona más monumental del inmueble, lo que permitirá dar a
conocer un patrimonio poco conocido e, incluso, inédito para los propios
andaluces dado los años transcurridos de cierre de San Isidoro del Campo. Estas
intervenciones se han centrado en la consolidación y puesta en valor de los
edificios, asi como en la restauración integral de sus excepcionales pinturas
murales y bienes muebles. Tras la apertura del Monasterio, la Consejería de
Educación, Cultura y Deporte-pone a disposición del público este espacio
cultural.
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