martes, 24 de abril de 2012

LA OBRA DE SEBASTIAN SANTOS ROJAS, I


Inmaculada, P.Ntra. Sra. del Socorro
Ronda, Málaga
Foto: E. Jesús Díaz Pérez
Obra cumbre en su producción artísticas. Realizada en madera de ciprés para su deleite y sin compromiso ni encargo previo. Partiendo muy superficialmente del esquema compositivo de conjunto de las Inmaculadas de Alonso Cano, crea el escul­tor su propia y personal visión de esta iconografía. Destaca fundamentalmente en la obra el movimiento; éste se inicia en la parte inferior por la colocación y flexión hacia delante de la pierna y rodilla derecha. El tronco de la figura gira graciosa­mente hacia la izquierda a la vez que se desplaza hacia atrás, movimiento que se ve pronunciado por la posición de los brazos y la inclinación adelantada de la cabeza. Todo ello crea un efecto muy logrado y magistral. Básicamente trazado el esquema del movimiento y la composición del conjunto de la figura, conviene resaltar la importancia que juega el estudio de las telas. La forma ascendente en espiral refuerza toda la composición y el movimiento de la figura que se puede resumir en una curva ascendente, que a la altura de la cintura va hacia la espalda y aparece plegán­dose entre el pecho y el brazo izquierdo.
El valor expresivo de la espiral que forma el manto ofrece un resultado de ingrávido movimiento ¿conocía el escultor este recurso? Indudablemente esta talla nos lo confirma.
Para el modelado de la cabeza consulta el artista el rostro de su hija Pilar. La idealización de estas referencias al modelo vivo aportan al rostro de rasgos aniñados un efecto de armonioso conjunto: ojos grandes y expresivos, frontal suavemente redondeado, nariz ligeramente respingona y unos deliciosos labios que completan junto al cabello y el rollizo cuello esta excelente cabeza. Parte muy importante de la obra son, sin duda, los brazos y las manos; éstas se unen sin llegar a tocarse. Separa el escultor con gran delicadeza los dedos de ambas manos.
El tratamiento de las telas en su conjunto es de una sencilla corrección dentro de un estilo barroco andaluz. Las cabezas de los ángeles que configuran junto a la nube la base de la figura son de un realismo en consonancia con el rostro de la "Inmaculada Niña" (así es como llamaba cariñosamente a su obra). La encarnación de los rostros esta muy cuidada y es de suaves tonos rosáceos. En el estofado cuida especialmente la decoración de la túnica, introduciendo en ella temas florales que realzan esta labor. El manto se adorna con cenefas en bajorrelieve y oro visto. En los fondos realiza una minuciosa labor de dibujos de inspiración barroca siluetados con efecto moaré.








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