martes, 11 de enero de 2011

SOMOS IGUALES, PERO NO EN TODO

Dibujo Emir Jesús Díaz Pérez
Se dice que es posible presionar a un hombre tanto como se quiera, para que cante y diga la verdad, ya que por naturaleza es reservado. Pero con una mujer no hay que rebasar ciertos límites, pues una mujer tiene en el fondo de su corazón un gran deseo de decir la verdad. ¡Cuántos esposos han engañado a sus esposas y ba¬jan tranquilamente a la tumba, llevando su secreto consigo! ¡Cuántas esposas que han burlado a sus esposos arruinan sus vidas confesándolo todo! Han sido empujadas demasiado lejos. En un momento de atre¬vimiento, que les pesa haber tenido después, bien entendu, desprecian toda cautela y proclaman la verdad con gran satisfacción momentánea.

Se podría decir que es una reflexión algo machista y que estoy tirando por los suelos a las ministras feministas, pero es la pura verdad. Aunque también abundamos los que no nos callamos ni de bajo del agua y que somos todo lo limpios que quisiéramos. Pero la mujer no es así, aunque las hay reservadas y se callan como macetas pero su naturaleza les fuerza siempre a decir la verdad y son felices nadando en la abundancia de la verdad. También dice el Evangelistas San Juan “la verdad os hará libres”, cuestión que hace que el hombre viva mas encerrado en sus propias mentiras que las mujeres.

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