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| Fotomecánica: Emir Jesús Díaz Pérez |
Vino y se fue, dice que vino llorando y que se fue llorando. También dice que vino de casualidad. Sus hermanos, me comentaron que él mismo lo pidió. Lo que sí es cierto, que para Jerez se marchó, tras una fervorosa estancia, en la que dejó muy a las claras, que en los pulpitos era el quién mandaba. Predicaba triduos, quinarios y septenarios, los pregones los bordaba, sobre todo el oficial que puso el listón, que todavía no han ordenado quien lo alcanzara.
Pero un buen día para Jerez lo mandaban. Algunos han comentado que estaba muy contento de su nuevo convento, que era un regalo del cielo, pero las alhajas a veces se convierten en tragedias y la verdad sea dicha. Porque suspenso de ministerio está, por parte del Ordinario Jerezano, el un año de reflexión se ha pedido, pero donde lo van a mandar. Será que Dios lo quiere junto a Fidel Castro ya que hasta aquellas tierras llega los dominios del provincial. No sé lo que le habrá pasado la verdad sea dicha, pero lo que para algunos era una luz divina para cierto obispo es un diablo. La verdad que no se me ocurre nada más que decir, solo pedir oraciones por este hombre de Dios que todavía con los años sigue siendo la médula de conversaciones, de adolescente y de mayores, de cofrades y comunidades. Porque esa virtud si la tenía que no sabía decirle que no, al pueblo de Dios. Y por esto y otros tantos motivo, le han hecho mucho daño. Aúnque por una parte estoy muy tranquilo por que el fue, es y seguirá siendo, genio y figura, hasta la sepultura
