Ntra. Sra de los Dolores, hdad. Sto. Sepulcro, Almería Fotografía: Emir Jesús Díaz Pérez |
Es la más común de las oraciones dirigidas a la Virgen. La primera parte reúne las dos salutaciones dirigidas a María en el Evangelio de San Lucas; una del Ángel (Ave gratia plena ... Dominus te-cum) en la Anunciación y la otra de Isabel con ocasión de la Visitación (Benedicta tu ... fructus ventris tui), añadiendo o no los dos nombres propios, María y Jesús.
Esta parte se introdujo tempranamente en el Oficio, primero bajo la forma de antífona, hasta in mu-lieribus, o hasta ventris tui; así figura en la liturgia de Santiago el Menor y en el antifonario gregoriano de los primeros tiempos. La segunda parte es una invocación; no ha sido extraída de las Sagradas Escrituras, ya que posiblemente data del Concilio de Éfeso (431), salvo la parte final (nunc et in hora mortis nos-trae), que sería un añadido de origen franciscano del s. XIII. El texto musical de la antífona ha sido considerado normalmente en el Ars antiqua como tenor de motete y, a partir del s. xvi, como tema acompañante de la misa.
Contrariamente a lo que podría pensarse, y a pesar de su gran popularidad dentro de la piedad popular, el Ave María, en tanto que oración y en su forma usual, no ha sido musicado de manera habitual, fuera de la antífona o del ofertorio
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