sábado, 1 de enero de 2011

REFLEXIÓN EN EL DÍA DE SANTA MARÍA VIRGEN

Ntra. Sra. de los Dolores, Hdad. del Sto. Sepulcro, Almeria
Fotografía: Emir Jesús Díaz Pérez.
Comenzamos un año. Un "año nuevo" dice la gente. Puede ser sólo un año más para la guerra de siempre, un año más para seguir hablando de reconciliación. Lo cierto es que el año que hoy comenzamos no es ni más ni menos que un espacio convencional abierto a nuestra responsabilidad. El tiempo no cambia nada. Es el hombre quien debe cambiar el mundo. Y lo ha de hacer con el mayor realismo.

Porque, de una parte, sabemos que el mundo del año pasado no ha pasado. Siguen pendientes de los mismos problemas: la guerra, el hambre, la injusticia, la crisis económica que está azotando a España Y siguen pesando los mismos condicionamientos: las ideologías, los prejuicios, los tabúes, los intereses inconfesables, los egoísmos. Así no ha de resultar fácil ejercer la libertad con un gobierno que aprueba leyes para restringir la libertad, amen de poner las zancadillas para poder cambiar el mundo para que sea posible la libertad de todos.

Pero, de otra parte, creemos que Jesús, el Hijo de Dios, ha nacido de mujer y ha crecido bajo la ley en un contexto sociocultural preciso, para redimirnos: para que tengamos la posibilidad de ser hijos de Dios y, como tal, soberanamente libres, porque la libertad no la dá Dios no los hombres.

Esto es lo que ya somos: hijos de Dios. Pero es imprescindible tomar conciencia de nuestra nueva situación, para que no claudiquemos nuevamente ante cualquier pretensión de reducirnos a esclavitud. Porque ya estamos liberados, aunque no se haya manifestado objetivamente y del todo, podemos vivir en libertad y podemos obrar con libertad. Mejor dicho, tenemos que comprometernos en crear las condiciones indispensables para que sea posible la libertad de todos.

Esta es nuestra tarea: liberarnos y liberar a los demás de todos los condicionamientos biológicos y circunstanciales, para que sea posible la vida de todos. Pan para todos es la primera tarea. Pero hay que crear también unas nuevas condiciones de vida para la colaboración y el entendimiento mutuo. Paz para todos es el otro aspecto. Porque sin pan la vida es imposible; pero, sin paz, el pan y la vida son inaguantables. Demostrémoles a los gobernantes que podemos ser cada uno un Andrés Iniesta, para colarle los goles de la copa mundial de la libertad.



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