domingo, 23 de enero de 2011

LOS TERAPEUTAS

Filón nos cuenta en su De vita contemplativa que estaban muy dispersos por todo Egipto, y aún por todo el mundo, pero que eran particular¬mente numerosos cerca de Alejandría en la ribera del lago Mareotis. Su instalación aquí consistía en un edificio comunitario rodeado de un grupo de casas privadas. El primero servía de santuario común y refectorio, los sábados y días festivos, con espacios separados para los dos sexos, aunque pudiendo oírse. Antes de entrar en la orden los candidatos cedían sus bienes a familiares o amigos y, una vez dentro, se entregaban ala contemplación. Hombres y mujeres vivían en celibato. Se abstenían de carne y vino. No comían ni bebían hasta la puesta del sol y algunos hacían ayunos de tres y aún seis días. Durante el día estudiaban la Biblia y buscaban su sentido oculto mediante la exégesis ale¬górica, método aprendido en los escritos de sus fundadores. En el culto sabático el miembro más antiguo tenía un sermón. En las festi¬vidades, cada cincuenta días, se reunían en un sobrio festín; tras la homilía del presidente cantaban himnos y salmos. Concluían con una vigilia con cánticos en coros alternos y al final en coro mixto.

En esta descripción de los terapeutas y las que nos dan sobre los esenios el mismo Filón y Josefo, hay datos coincidentes, otros peculiares y algunos incom¬patibles sobre unos y otros. Aunque con algunas semejanzas más, ocurre lo mismo si comparamos la descripción de los terapeutas con los sectarios de Qum¬rán. Una de las coincidencias más significativas es la adopción de un calendario pentecostal. El contraste más llamativo, que los de Qumrán comían dos veces al día, no eran vegetarianos ni se abstenían del vino. Lo más probable es que ambas sectas representen derivaciones de un mismo tronco, con desarrollos separados. Los terapeutas, la rama contemplativa y los esenios, la rama activa del mismo movimiento monástico (Contempl. § 1). Los primeros, la rama egipcia del movi¬miento esenio palestino.

Su modo de existencia se asemeja bastante a la de los ascetas cristianos que iban a multiplicarse a partir del s. III. No es extraño que Eusebio de Cesárea, en el s. IV, pensase que Filón había descrito una comunidad judeocristiana primitiva, como la de Jerusalén según Hch 2-5 (Historia Ecclesiastica {HE} II 17,24). Interpretación generalmente admitida en los siglos siguientes, por lo que en el XIX se llegó a sostener que Contempl. era un tratado escrito en el s. III d.C. La cuestión de la autenticidad filoniana fue rápidamente resuelta con argumentos filológicos y los descubrimientos de Qumrán han colocado en su ambiente histórico a esta secta judía que sólo conocemos por Filón.

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