Ntra. Señora de la Esperanza Macarena a los pies de su Altar durante los días de su devoto besamnos |
Ha sido
lo más maravilloso que me ha pasado, algo impensable, sobre todo por ser forastero,
y más cuando es algo ni pensado, ni planeado, pero el hecho es que sin buscarlo,
tan solo por un conjunto de encadenadas circunstancias, pude estar a solas con la Esperanza Macarena,
yo creo que fue Ella la que me buscó, que
se valió de su prioste para que yo pudiera estar a solas con Ella. Si señores
lectores, lo que se dice absolutamente solos, unos minutos, pero estuvimos los dos solos, sin tiempo y sin espacio, solo
Ella y el vetusto amanuense, como si me trasladarse a otra dimensión,
como si todo lo que rodea a la Ntra. Madre de la Esperanza me envolviese y
pasara a otra realidad. Pude experimentar como todo ese cúmulo de sensaciones
me invadía, y cuando el prioste me puso delante de Ella, solo puede hacer la
misma pregunta que le hizo su prima Isabel, ¿quién soy yo, para que me visite
la Madre de mi Señor? Aunque en este caso, el que visitaba era este que escribe, porque estaba
yo en la Basílica, en su Casa. Pero la verdadera realidad es que era Ella la
que me visitaba, porque visitó lo más hondo de mi corazón, ahí donde nos cuesta
mirar, así como limpiar, pues Ella no solo lo visitó, sino que me invitó a mirarlo.
Y todo
esto ocurría mientras la miraba cara a cara, con la soledad de la Basílica de
fondo, de luz, un único foco alumbraba su virginal belleza. Aún recuerdo como
la pude contemplar de Tú a tú, a los pies de su propio Altar, como si fuera una
vecina más del barrio. Pude acatar con toda tranquilidad las niñas de sus ojos,
contarle el número de pestañas, el color de sus cejas, Su tenue sonrisa que acarició mi Alma, pude
notar hasta su aliento sobre mi rostro, si, no estoy loco, lo pude notar, lo
pude hasta rozar con las yemas de los dedos de las manos. Fui prudente y a la
vez obediente y no rocé Sus manos con las mías, solo la contemple, le acaricie sus
mejillas con la mirada, le seque las lágrimas con mis suspiros, le intente
extirpar la pena y el dolor, pero eso solo se puede limpiando lo más hondo del
corazón.
Yo estuve
a solas con Ella, sintiendo como me abrazaba y me acunaba, incluso alguna
letanía al oído me susurraba. Yo estuve a solas con Ella, si, lo estuve, sosteniéndole
la mirada, y mientras más la miraba, notaba que mi pena se hacía suya, y esta
la ahogaba. Pero no era solo la mía, si no todas aquellas que en su mano
quedaron besadas. Por eso Madre mía del Cielo que de la Esperanza te llamas,
solo hay un nombre que pueda borrar esa amarga pena, que no es otro que
MACARENA.
En
recuerdo en el momento íntimo que pude vivir la noche del 15 de diciembre del
presente año, ante la Imagen de la Stma. Virgen de la Esperanza Macarena, el
cual se lo debo a su prioste y amigo D. Jerónimo Núñez, gracias al cual, puede
vivir esos momentos de soledad e intimidad con Ella a pie de su Altar. Gracias
Jero por este regalo de Navidad.