lunes, 21 de octubre de 2013

RETABLOS PARA UN CRISTO IV


Retablo Barroco del Cristo de las Tres Caidas
Capilla de los Marineros, Sevilla hasta 200


          4. Altar barroco de estípites del siglo XVIII (1962-2008)
En el primer tercio del siglo XX, nuestra corporación se asienta en lo devocional y en lo material, situándose entre las principales cofradías; el deseo de volver a tener un templo propio donde potenciar el culto y la devoción a sus titulares se consolida, consiguiendo en 1939 la compra de su antigua capilla de la calle Pureza, entrando en ella la mañana del Viernes Santo de 1962. La primera ubicación del Cristo fue provisional sobre una gran ménsula blanca enmarcada por un arco tapizado en rojo situado en el muro de la epístola, donde hasta hace poco se situaba el altar de San Juan Evangelista.
En 1962, el Conde de Gálvez, don Luis de Alarcón y de la Lastra, nos ofrece un retablo para situar en él a Nuestra Señora de la Esperanza; éste había sido adquirido en 1950 a la Venerable Orden Tercera del convento de San Antonio de Padua, realizado con posterioridad a 1710, sigue el estilo imperante en la primera mitad del siglo XVIII en el que se usaba como elemento sustentante el estípite. Al recibirlo nuestra corporación se pensó que por su mediano tamaño no era el más adecuado para presidir la capilla de los Marineros, por lo que en el cabildo ordinario del 14 de mayo de 1962 se decide acoplarlo a la hornacina del Cristo con el consentimiento de los donantes. El retablo, por ser demasiado grande para las dimensiones del espacio adjudicado, tuvo que ser recortado y adaptado por Manuel Guzmán Bejarano y dorado por Antonio Sánchez, siendo bendecido el 5 de febrero de 1963 por el director espiritual de la hermandad don José Sebastián y Bandará. Estaba compuesto de mesa de altar, pequeño banco y cuerpo divididoen tres calles: la central, alojó al Cristo en una hornacina delimitada por estípites, y en las laterales sobre unas repisas se situaron las imágenes de San Antonio a la izquierda y San Telmo a la derecha. Esta última imagen ha sido restaurada el pasado año, y una vez analizada, podemos asegurar que no pertenece al siglo XVIII, como hasta la fecha había sido catalogada, sino que hay que adelantar su ejecución a la centuria anterior, ya que debajo de la policromía actual de la túnica aparece otro estofado que pertenece por su estilo al siglo XVII.


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