miércoles, 9 de octubre de 2013

RETABLOS PARA UN CRISTO II



2. Retablo neoclásico (1816-1868)
En 1758 se formaliza, mediante escritura pública, el traspaso de dos casas en la calle Larga pertenecientes a la capellanía de Sebastián Bernal fundada en la parroquia de Santa Ana. Las dos casas las tenían a tributo perpetuo José Miguel Salgado, Fiscal General del Arzobispado, y Juan Gómez de Zúñiga. Éste último accedió a cederlas a la hermandad si sus hermanos asumían el coste de las obras de mejora y la anualidad, cosa que se aceptó en la ya citada escritura. Para comenzar la edificación se hipotecaron tres casas y dos mil onzas de plata. Pese a todo, la construcción de la capilla fue un largo y difícil proceso que no se culminó hasta 1815.
En 1818 la capilla es descrita por Matute de la siguiente manera: "como de primorosa fábrica, decentes retablos, e imágenes ricamente adornadas". De estas palabras lo más interesante es la referencia a los retablos, lo que nos hace afirmar que desde el primer momento las imágenes estaban colocadas en sus respectivos altares. Más datos a este respecto nos lega Bermejo en 1882: "La adornaban cinco altares
en el principal se veneraba el Señor, S. Juan y la Magdalena". Incide más adelante el texto, que dos retablos estaban sin pintar y que todos eran modernos, por lo que pensamos que el del Cristo era de estilo neoclásico y pintado. Existe un inventario en el que describe someramente los altares, respecto al del Señor dice: "El Altar Mayor de madera en esqueleto imitando piedra con dos puertas figuradas en los costados, el frontal y mesa de dicho altar levantada y puesta al lado izquierdo en muy mal estado.
Resumiendo, el altar del Cristo se asentaba sobre una mesa cubierta por un frontal, a ambos lados de la misma había dos puertas fingidas, el retablo en sí se articulaba de la siguiente forma: un banco sobre el que asientan tres calles, en las laterales se situaban las imágenes de San Juan y la Magdalena, que escoltaban la imagen del Cristo que ocupaba la calle central, no sabemos si estaría rematado por un ático pero es lo más probable. En cuanto a su estilo podemos decir que era plenamente neoclásico, pintado imitando mármoles, suponemos que con algunos adornos dorados, y estaría acabado antes de 1818, ya que es citado por Matute en esa fecha. Es probable que el altar no fuera del gusto de la hermandad porque en 1845 se solicitó al Arzobispado de Sevilla el retablo del extinguido convento de las Monjas de Belén, pero no le fue concedido.

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