2.
Retablo neoclásico (1816-1868)
En 1758
se formaliza, mediante escritura pública, el traspaso de dos casas en la calle
Larga pertenecientes a la capellanía de Sebastián Bernal fundada en la
parroquia de Santa Ana. Las dos casas las tenían a tributo perpetuo José Miguel
Salgado, Fiscal General del Arzobispado, y Juan Gómez de Zúñiga. Éste último
accedió a cederlas a la hermandad si sus hermanos asumían el coste de las obras
de mejora y la anualidad, cosa que se aceptó en la ya citada escritura. Para
comenzar la edificación se hipotecaron tres casas y dos mil onzas de plata. Pese
a todo, la construcción de la capilla fue un largo y difícil proceso que no se
culminó hasta 1815.
En 1818
la capilla es descrita por Matute de la siguiente manera: "como de
primorosa fábrica, decentes retablos, e imágenes ricamente adornadas". De
estas palabras lo más interesante es la referencia a los retablos, lo que nos
hace afirmar que desde el primer momento las imágenes estaban colocadas en sus
respectivos altares. Más datos a este respecto nos lega Bermejo en 1882:
"La adornaban cinco altares
en el
principal se veneraba el Señor, S. Juan y la Magdalena". Incide más
adelante el texto, que dos retablos estaban sin pintar y que todos eran
modernos, por lo que pensamos que el del Cristo era de estilo neoclásico y
pintado. Existe un inventario en el que describe someramente los altares,
respecto al del Señor dice: "El Altar Mayor de madera en esqueleto
imitando piedra con dos puertas figuradas en los costados, el frontal y mesa de
dicho altar levantada y puesta al lado izquierdo en muy mal estado.
Resumiendo,
el altar del Cristo se asentaba sobre una mesa cubierta por un frontal, a ambos
lados de la misma había dos puertas fingidas, el retablo en sí se articulaba de
la siguiente forma: un banco sobre el que asientan tres calles, en las
laterales se situaban las imágenes de San Juan y la Magdalena, que escoltaban
la imagen del Cristo que ocupaba la calle central, no sabemos si estaría
rematado por un ático pero es lo más probable. En cuanto a su estilo podemos
decir que era plenamente neoclásico, pintado imitando mármoles, suponemos que
con algunos adornos dorados, y estaría acabado antes de 1818, ya que es citado
por Matute en esa fecha. Es probable que el altar no fuera del gusto de la
hermandad porque en 1845 se solicitó al Arzobispado de Sevilla el retablo del
extinguido convento de las Monjas de Belén, pero no le fue concedido.
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