Francisco J. López Moya, Hermano Mayor de la Francisca Hdad. del Silencio, Almería |
No es por casualidad que lleve ese
nombre. Resulta ser la persona que representa a cada hermandad, el cabeza
visible, el cargo directivo de mayor prestigio, elegido democráticamente.
Desde hace un tiempo para acá, las mujeres también tienen cabida teniendo en la
actualidad un gran porcentaje en nuestra ciudad.
Suele ser una persona con un largo
recorrido en su hermandad, conociendo bien los entresijos de la misma. Su implicación
con ella es total, no sólo en las semanas de Cuaresma ni en la propia Semana
Santa, sino durante todo el año, estando siempre pendiente de aquellos detalles
de relevancia para el día grande, el día de la penitencia, cuando las imágenes
recorren las calles en procesión, compartiendo así con todos un largo año de
preparación.
Aunque
la edad pueda variar de unos a otros, lo habitual es que superen una edad
mediana, justamente porque el tiempo es necesario para poderse impregnar de
todo lo que significa su hermandad y los hermanos que ella componen, ganando
así la confianza de la mayoría. Por lo general, el cargo tiene una vigencia de
un trienio, pudiendo ser renovado.
Como
indicamos en cada perfil de nuestra Psicología Cofrade, la descripción realizada a continuación tiene un carácter genérico, de
tal forma que algunas personas no se verán reflejadas en ella en su totalidad
pero se trata de un resumen de los rasgos generales y que se suponen a las
personas que ostentan este cargo.
Es responsable, cualidad
que demuestra antes de ser elegido como hermano mayor y que puede influir a la
hora de que los hermanos decidan votarlo para ese cargo de máxima exigencia.
Es
flexible, para poder así ser empático con todos los
miembros de su junta, e incluso con el resto de hermanos que componen la
hermandad. No puede ni debe pretender dirigir sólo, no sería bien recibido por
nadie.
Es estricto,
su cargo le exige que
haga cumplir las normas entre los hermanos, empezando por él mismo.
Es convencional, aunque su posición le permite introducir elementos nuevos, consensuados
con la junta de gobierno, intenta no salirse de la línea habitual de la propia
hermandad, respetando así años y años de tradición.
Es conversador, no
se entendería un hermano mayor silencioso o tímido, pues su cargo le obliga a
conocer las inquietudes de los demás, sus ideas, sus propuestas, desde el
diálogo y el respeto.
Es confiable, en
cuanto a que la gran mayoría de los miembros de la hermandad depositan en él
su ilusión, con la confianza de que sabrá tomar las mejores decisiones en
beneficio de todos.
Es
presumido, mostrando su satisfacción por el cargo
que ocupa, sintiéndose importante a la vez que responsable de una tarea
envidiable y temida a la vez: mantener vivo el amor por la hermandad y por sus
titulares.
"Día de procesión.
Tiempo inestable. Decisión difícil... ¿Qué hacemos? ¿Tiramos pa'lante o nos quedamos en el templo?". Es
el momento más difícil para un hermano mayor y su junta de gobierno.
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