miércoles, 22 de mayo de 2013

EL HERMANO MAYOR



Francisco J. López Moya, Hermano Mayor
de la Francisca Hdad. del Silencio, Almería





No es por casualidad que lleve ese nombre. Resulta ser la persona que representa a cada hermandad, el cabeza visible, el cargo directivo de mayor prestigio, elegido democráticamen­te. Desde hace un tiempo para acá, las mujeres también tienen cabida teniendo en la actualidad un gran porcentaje en nuestra ciudad.

Suele ser una persona con un largo recorrido en su hermandad, conociendo bien los entresijos de la misma. Su impli­cación con ella es total, no sólo en las semanas de Cuaresma ni en la propia Semana Santa, sino durante todo el año, estando siempre pendiente de aquellos detalles de relevancia para el día grande, el día de la penitencia, cuando las imágenes recorren las calles en procesión, compar­tiendo así con todos un largo año de pre­paración.

Aunque la edad pueda variar de unos a otros, lo habitual es que superen una edad mediana, justamente porque el tiempo es necesario para poderse impregnar de todo lo que significa su hermandad y los her­manos que ella componen, ganando así la confianza de la mayoría. Por lo general, el cargo tiene una vigencia de un trienio, pudiendo ser renovado.

Como indicamos en cada perfil de nuestra Psicología Cofrade, la descripción realizada a continuación tiene un carácter genérico, de tal forma que algunas perso­nas no se verán reflejadas en ella en su totalidad pero se trata de un resumen de los rasgos generales y que se suponen a las personas que ostentan este cargo.

Es responsable, cualidad que demues­tra antes de ser elegido como hermano mayor y que puede influir a la hora de que los hermanos decidan votarlo para ese cargo de máxima exigencia.

Es flexible, para poder así ser empático con todos los miembros de su junta, e incluso con el resto de hermanos que componen la hermandad. No puede ni debe pretender dirigir sólo, no sería bien recibido por nadie.

Es estricto, su cargo le exige que haga cumplir las normas entre los hermanos, empezando por él mismo.

Es convencional, aunque su posición le permite introducir elementos nuevos, con­sensuados con la junta de gobierno, inten­ta no salirse de la línea habitual de la pro­pia hermandad, respetando así años y años de tradición.

Es conversador, no se entendería un hermano mayor silencioso o tímido, pues su cargo le obliga a conocer las inquietu­des de los demás, sus ideas, sus propues­tas, desde el diálogo y el respeto.

Es confiable, en cuanto a que la gran mayoría de los miembros de la herman­dad depositan en él su ilusión, con la con­fianza de que sabrá tomar las mejores decisiones en beneficio de todos.

Es presumido, mostrando su satisfac­ción por el cargo que ocupa, sintiéndose importante a la vez que responsable de una tarea envidiable y temida a la vez: mantener vivo el amor por la hermandad y por sus titulares.

"Día de procesión. Tiempo inestable. Decisión difícil... ¿Qué hacemos? ¿Tira­mos pa'lante o nos quedamos en el tem­plo?". Es el momento más difícil para un hermano mayor y su junta de gobierno.



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