martes, 18 de septiembre de 2012

RESCATANDO MEMORIA HISTÓRICA, I


Omniun Santorum. Sagrada Cena y Reina de Todos los Santos

Puerta lateral Omnium Sanctorum 1936.
foto archivo ABC.
Desde 1880, La Sagrada Cena radicaba en esta popular parroquia, pri­mera iglesia en sufrir los embates incendiarios del 18 de julio. Desaparecie­ron bajo el fuego sus retablos, artesonados, cuantiosos enseres y mobiliario. Subsistieron, aparte de los muros, torre y portadas, algunos elementos ar­tísticos de hierro, aunque quedaron deteriorados por la acción del fuego.
Por fortuna y debido a que fue retirada a tiempo, se salvó Nuestra Se­ñora Reina de Todos los Santos, el paso procesional y la mayoría de enseres e insignias de esta histórica Hermandad de la calle Feria. Gran parte de la orfebrería que poseía la parroquia también se retiró con tiempo suficiente. Un notable esfuerzo económico afrontó esta popular Corporación, sufra­gando elevadas sumas económicas destinadas a la reconstrucción y equipa­miento de su templo.
Entre la puerta lateral y los pies de la nave de la Epístola, en un retablo neoclásico, recibía culto el Señor de la Sagrada Cena. A los pies del templo, según se entra desde la calle Feria se hallaban la Virgen del Subterráneo a la derecha, en otro retablo del mismo estilo y el Cristo de la Humildad y Paciencia a la izquierda, en un altar sencillo.
Estas imágenes también habían sido desalojadas y acogidas en casas particulares. El apostolado, de escasa calidad artística y que ocupó los alta­res vacíos de Omnium Santorum, pereció bajo las llamas. Antonio Bidón Villar realizó los nuevos discípulos en 1938, acompañando hasta 1982 al Señor en el Misterio de la última Cena.
También se perdió el paso del Cristo de la Humildad y Paciencia, es­trenado en 1915, que se guardaba en las dependencias del templo. Por el contrario, y gracias a custodiarse en un almacén, el paso de Misterio y diversos enseres no fueron objeto del incendio. El palio y el manto de la Virgen del Subterráneo, -Juan Manuel Rodríguez Ojeda, 1923 y 1924 respectivamente-, pudieron salvarse gracias a la intervención del sacristán y cofrade Francisco Plaza Rodríguez, rescatándolos de un fuego inminente.
Desde sus lugares de ocultación, las imágenes ya no retornarían a su sede canónica. La Sagrada Cena se trasladó a la iglesia de Nuestra Seño­ra de Consolación (Los Terceros), regentada entonces por los Escolapios, donde continúa. La parroquia y la Sacramental de Todos los Santos se establecieron provisionalmente en San Lorenzo.
El 31 de julio tapiaron las puertas y ventanas de Omnium Sanctorum, hasta que se procedió a su reconstrucción. Este proceso estuvo dirigido por el arquitecto Juan Talavera. Las obras dieron comienzo el 8 de sep­tiembre de 1937, finalizando tres años después. El 12 de octubre de 1940 fue reabierta de nuevo. Las obras se sufragaron con donativos particulares, procedentes principalmente de feligreses, gente humilde en su mayoría -el primero, de una peseta, lo entregó una anciana de la feligresía-. La cons­trucción se ejecutó, básicamente, a cargo de las empresas de Ignacio Rojas Marcos en el aspecto constructivo y de Manuel Casana por lo que respecta a la carpintería y armazones de madera. Ambos dilataron el cobro de las facturas en función de los donativos recibidos.
La única ayuda económica oficial, ascendente a 150.000 pesetas, pro­cedió de la Dirección General de Regiones Devastadas, y fue concedida en 1941, una vez reabierta la iglesia, por lo que sirvió para amortizar las deudas contraídas anteriormente.

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