Ntra. Sra. Reina y Madre Francisca del Consuelo Hdad. del Silencio Almería. Fotografía: Guillermo Mendez Sánchez |
Como si de
aves primorosas se tratara, aparecen los primeros besamanos en Almería, aunque en julio los
tuviéramos de marfil y asturión, pero son estivales, no tienen el mismo sabor,
el mismo aliento, no nos trasladan a los días primaverales. Estos parecen que
nos trasladan a la anhelada luna de Parasceve, a esas tardes de paseo elegante,
de estrenos y relente. Todo hace que este año, la imaginación nos traslade a la
última semana del mes de marzo, hasta el pegajoso calor lo anulamos de nuestra
realidad; la camisa blanca de puños dobles, la colbata de estreno y traje azul
oscuro no nos estorbaran, porque queremos trasformar esa realidad, queremos
vivir estos besamanos como si de unas vísperas se trataran, preparamos fotos y
recuerdos varios para la terciopelada mesa petitoria, se ha acicala la plata,
se funde la cera, ataviamos a Nuestra Celestial Madre, como si fuéramos hacer
Estación de Penitencia. Cuándo tan solo es un devoto y humilde besamanos. Los
cofrades nos conformamos con poco,
porque para nosotros ese poquito es mucho, es toda una ilusión, aunque ese
mucho lo iremos digiriendo poco a poco, con calma, sin prisas, pero sin pausas,
para cuando de verdad vivamos el dinamismo de esa tan ansiada realidad, no nos
demos ni cuenta y no podamos disfrutarla como lo deseamos en estas primeras y
lejanas vísperas que San Pedro y San Agustín nos preparan para el deleite de
los cofrades que soñamos con esa primera luna de Parasceve.
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