viernes, 6 de enero de 2012

LA EPIFANIA

Adoración de los Magos de Oriente
Si católico significa universal la Epifanía es la fiesta católica por excelencia. Porque es la fiesta de la manifestación de Jesús a todos los hombres. Es la fiesta anti-secuestro. Jesús no quiere dejarse secuestrar ni siquiera por la gente de su familia, por su pueblo natural. Se manifiesta a todos. Se ofrece a todos.

Los magos que vienen de lejos buscando a este misterioso Niño son el símbolo vivo de toda la inmensa gente del mundo entero. De todos los lugares, de todas las razas, de todas las ideologías.

La tradición lo ha querido dejar claro: dice que uno de los Magos es negro. Encarnación de todas las marginaciones. Garantía de que nadie va a quedar fuera de esta manifestación de Jesús.

Es bonito decir "Jesús mío", con la exclusividad que el enamorado da a tal posesivo. Jesús no es de nadie: es de todos. Nació para todos. ¡Tenemos que repartírnoslo! Sabiendo que, en el reparto, cada cual se lleva a Jesús entero. Por eso tal día como hoy nos regalamos cosas. No sólo en memoria de los regalos que los Magos llevaron a Jesús. En memoria permanente de que Jesús es, sobre todo, un regalo universal. De todos por todos, de todos en favor de todos. Ya véis que hemos repetido hasta la saciedad la palabra todos, todos, todos... Sospechosa palabra que choca contra un desarrolladísimo sentido de exclusividad. La historia de la fe en Jesús parece, a veces, una historia de niños que pelean por la posesión de un osito de trapo. Mío, mío, mío...

¿Por qué creéis que los Magos fueron recibidos con tanta suspicacia en Jerusalén? Eran extranjeros. Los extraños, los forasteros, los que vienen de lejos a compartir nuestros bienes. Eso siempre sienta mal a los exclusivistas. Estos Magos eran unos locos. Unos arriesgados. Por una corazonada fueron capaces de romper moldes y meterse en el misterio. Es de suponer que se quedaran muy extrañados de que en el centro mismo de la geografía del misterio nadie diera muestras de haberse enterado de nada. Los pastores habían vuelto a la soledad de sus rebaños y las cosas sucedían como si Él no hubiera nacido, especialmente, para los extraños.

La fiesta de Epifanía es la fiesta de la universalidad, de la generosidad y de la extrañeza. Recorrer por el diccionario las distintas acepciones de las palabras "extrañar, extrañeza, extrañamiento, extraño", es toda una lección de Epifanía. San Pablo aseguraba que la venida de Jesús suponía la abolición de la "extrañeza", de lo extraño. Ya no hay griegos o judíos, negros o blancos, payos o gitanos, nativos o extranjeros. Sólo hay el hombre universal para el que Jesús nace. Los Magos se lo creyeron y, si se descuidan, mueren en el empeño.

Epifanía viene cada año para enseñarnos la generosidad elemental de la universalidad de Jesús. Jesús nuestro, de todos. La fe en Jesús no es un molde. Ni el cauce de un río. Es el universo donde brilla la estrella. El mar sin fronteras. Los Magos han venido de la otra punta del mundo para sacudirnos del cómodo sopor de la propiedad privada, del Jesús poseído en exclusiva.

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