domingo, 1 de enero de 2012

EN EL DÍA DE STA. MARÍA VIRGEN, AÑO NUEVO, HOMBRE VIEJO

Ntra. Sra. de los Dolores Hdad. Sto. Sepulcro Almería
Ataviada por Álvaro Abril Vela
Foto: Jesús López
Los historiadores de la segunda República española suelen decir que el 14 de abril de 1931 España se acostó monárquica y se levantó republicana. No suele ser esto lo que acontece de ordinario en nuestras vidas personales, ni tan siquiera en la Nochevieja del 31 de diciembre que enlaza el año que se despide con el que nos da la mano en el frío amanecer del 1 de enero. 

Ojalá que así lo fuera, no en el sentido de cambiarnos la camisa por la de otro color político, sino en lo que representa, por muy gastada que esté la expresión, lo del Año nuevo, vida nueva. Se trata de un santo y seña magnífico, siempre que el cambio de vida lo sea bajo el signo del crecimiento auténtico y de la mejora moral. No esta mal, sino todo lo contrario, eso de desearnos mutuamente un próspero año nuevo, con tal de que no agotemos ni acotemos en el campo de lo económico esos buenos deseos, como parece insinuar, con cierto tufillo, el calificativo en cuestión. 

Vale aquí, como nunca, aquello de anteponer los valores del ser a los del tener. ¿Recuerdan aquella ley sobre las fincas rústicas manifiestamente mejorables? Alguien les dijo a varios de sus dueños: Aquí los primeros manifiestamente mejorables son ustedes. Pues, ¡a aplicarse el cuento! Lo que ha de renovarse en el año nuevo es nuestra vida personal, de dentro a fuera y no al revés. Entendiendo por calidad de vida no sólo el viejo tríptico de salud, cariño y dinero, sino también, y ante todo, la dignidad moral, el espíritu de servicio y el empeño constante por hacer el bien a manos llenas. 

La ley establece fechas determinadas para la caducidad de los alimentos y medicinas y fija también los periodos en los que los coches han de pasar al taller para su necesaria revisión. Y nosotros, ¿qué? ¡Ay, si caducaran el 31 de diciembre tantos malos hábitos, tantas inercias, tantas rutinas! Y, ¡qué bien nos vendría a muchos, ya que se va acercando la Cuaresma, entrar en el taller de un Retiro espiritual, de unos Ejercicios anuales, para revisar los mecanismos interiores, para renovar algunas piezas inservibles de nuestros programas ya agotados! San Pablo hablaba de revestirnos del hombre nuevo, a imagen de Cristo resucitado. ¡Ahí es nada!

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