sábado, 18 de junio de 2011

MARAVILLAS DE ANDALUCÍA, LA ALHAMBRA

Hay una vetusta leyenda, tan fastuosa como improbable, que asegura que la Alhambra fue levantada de noche, al albor de los hachones: sus albores rojizos hacían creer a los vecinos de Granada que el color de la fortaleza era como el de la sangre.

La Alhambra, el castillo rojo, fue ordenada construir por el rey al-Ahmar, quien a mediados del siglo XIII vio edificar la alcazaba, la parte más antigua del conjunto monumental. Sus descendientes ampliaron la medina y comenzaron a fortalecer el recinto defensivo. Los palacios son obra de los dos reyes más famosos de la dinastía nazarí. El rey Yusuf I (1333-1354) ennobleció el palacio de Comares y patrocinó las obras del patio de los Arrayanes y del salón del Trono. Su hijo, Muhammad V (1362-1391) dictó construir los baños árabes y, buena parte de las torres que circunvalan el perímetro alhambreño, y forjó el gran patio de los Leones, la residencia privada del monarca y de su familia.

Tras la conquista cristiana los reyes Isabel y Fernando mandaron preservar la Alhambra, al igual que su hija Juana. Su hijo, el emperador Carlos mandó construir su palacio al lado de la denominada Casa Real Vieja, compuesta por las estancias palatinas de Comares y Leones.

Felipe II destinó nuevos impuestos a conservar el monumento, pero la crisis comenzó tiempo después cuando la Alhambra comenzó a ser abandonada por los sucesivos gobiernos españoles. Carlos III (finales del siglo XVIII) se ocuparía levemente de recuperarla, pero la dominación francesa (principios del XIX) hizo añicos algunas zonas monumentales del conjunto. Los viajeros románticos pregonaron su belleza. En 1870 la Alhambra fue declarada Monumento Nacional.

Desde entonces comenzó a ser recuperada del olvido. En 1984 fue declarada Patrimonio de la Humanidad.

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