miércoles, 13 de abril de 2011

MADRECITA DEL ALMA QUERIDA

Ntra. Sra. de los Dolores Hdad. del Sto. Sepulcro
Fotografía: Fernando Salas Pineda. Almería
     Siempre las tenemos ahí con nosotros, a nuestro lado, nunca nos abandona, sufriendo por todos nuestros problemas. Ellas son las primeras en levantarse en ese Domingo de Palmas para prepararnos las torrijas o los buñuelos, así como el tazón de chocolate para desayunar. Nos aderezan el potaje del Jueves y Viernes Santo, el arroz con leche y las albóndigas de bacalao. Son las que impregnan el olor de la Semana Santa en nuestras casas, azúcar, canela, del anís para rebozar los roscos, a flanes recién hechos. Las primeras que se emocionan al ver algún artículo firmado por nuestro puño en los boletines de las cofradías, siendo ellas quien se los muestren a las visitas que se reciban en casa, o si le decimos la responsabilidad que vamos a tener en la salida de la cofradía, será las primeras en pregonarlo. Y todo porque es el orgullo máximo de una mujer, la cumbre donde la mujer supera al varón y que este nunca podrá sobrepasar, es el cenit de la raza humana. Este amor nunca podrá ser reemplazado por otro, ni tan siquiera por nuestra media naranja.

     Por eso, cuando llega ese día en el que al cofrade le falta esa mujer en su casa, ese hogar no volverá a tener la misma fragancia en los días santos, al igual que en tiempos pasados, ni la túnica estará igual de planchada, el traje oscuro no lucirá el Domingo de Ramos la misma elegancia, ni saben combinarse la camisa con la corbata, no les faltan quien les coloque los gemelos. Pero lo que si es cierto, es que desde allí donde ella more, siempre nos seguirá acompañando e intercediendo por nosotros a esa Niña dolorosa de rasgos andaluces, que cuando la miran nuestros cofrades huérfanos solo pueden ver en Ella a esa madre que tanto los mimó y los amó.

     Este artículo va a todas las madres de cofrades que ya no están con nosotros, en especial a Dª Tomasa Peñuela, Viuda de Espinosa. Madre de D. Jorge Espinosa Peñuela que fue llamada a la casa del Padre, en la víspera del Miércoles de Ceniza.

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