lunes, 27 de diciembre de 2010

SAN JUAN EVANGELISTA, UN HAGIÓGRAFO DIFERENTE


Detalle del San Juan Evangelista en la Urna Sto. Sepulcro.
Almería. fotografía E. Jesús Díaz Pérez


En el día de San Juan Evangelista, quisiera destacar algunos puntos básicos de la composición de su Evangelio, ya que es sabido que no pertenece a los llamados sinógticos y veamos el porque.

En cuanto a la composición literaria, es mucho (quizás excesivo) lo que se ha escribir. En resumen, lo más acertado parece ser lo siguiente: san Juan habló, después de una larga meditación, sobre lo que en su corazón llevaba. Era el misterio de la persona de Jesús sus hechos y sus palabras, vistos y escuchadas, respectivamente, por él, el discípulo a quién Jesús amaba. Estos hechos y palabras o discursos de Jesús llenaron toda su larga vida i apóstol. Los fue repitiendo, a lo largo de muchos años, en su constante predicación. Para consignarlos por escrito, tal vez ya en su extrema longevidad, se valió de alguno o algunos secretarios, que fielmente habían tomado nota de su predicación apostólica. Estos hechos y estos discursos del Maestro, meditados, repensados y repetidos muchas veces como unidades aisladas, recogidos después por sus discípulos bajo la vigilante mirada del anciano apóstol, es lo que está consignado en su Evangelio. Son recuerdos imborrables de quién ha sido discípulo predilecto de Jesús. Geografía palestinense, transfondo arameo, lenguaje griego sencillísimo (como de quien habla en lengua que no es la suya materna), altura teológica y mística de quien durante muchos decenios repetidamente meditó y predicó ci que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo g¿ hemos contemplado y lo que nuestras manos han palpado acerca de la Palabra de la vías. (Un 1,1): en suma, el Jesús, visto, oído, meditado y predicado por él, es el tema constan y único de su obra.

De aquí proviene la absoluta veracidad de la historia del cuarto Evangelio y la visión personal que san Juan nos da de la persona, vida y hechos de Jesús, así como sus características y su finalidad. La finalidad de su obra queda claramente expresada en Jn 2 la obra se ha escrito «para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para g¡« creyendo, tengáis vida en su nombre». Y a ¡o dicho sobre el origen de la obra obedece el llamar a los milagros de Jesús «señales» o signos de su divinidad, como igualmente obedecen a ello la manera de construir los diálogos de Jesús con los judíos y el simbolista que se advierte en todos los hechos narrados.

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